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Desde el 2002 ha venido imperando el mismo sistema electoral respecto a la forma de votaciones para escoger los diputados y senadores con el método de arrastre, lo cual se ratificó con la Ley 157-2013 sobre el voto preferencial.
Y es que lo que ha existido y existe es que el voto de los diputados arrastran los senadores, lo que siempre se ha entendido como injusto, puesto que lo correcto es que cada candidato logre ser escogido por los votos que realmente obtenga en las elecciones congresuales.
Ante la nueva Ley del Régimen de Garantías electorales, al parecer hay un artículo que ha traído la confusión, siendo capitalizado por el Partido Revolucionario Moderno (PRM). Nos referimos al artículo 92, que habla de niveles electivos presidencial, senatorial, diputacional y municipal, lo cual aprovechó el principal partido opositor para pedir a la Junta Central Electoral (JCE) que se hagan boletas para cada nivel electivo.
El debate de inmediato ha traído los demonios entre senadores y diputados. Los primeros aclaran que la vigente Ley es clara y que tiene otro artículo, específicamente el 104, que establece el doble arrastre, apoyado en la Ley 157-2013, señalando que 24 de 24 senadores votaron para que se mantenga igual.
Por un lado, los diputados respaldan que cada candidato se agencie su voto, sin que ellos tengan que arrastrar al senador. Por la otra parte, los senadores se apoyan uno a otro y hacen valer su posición.
Lo cierto es que sería interesante una modificación a esa ley, que permita que todos los aspirantes logren su posición electiva por los votos que obtengan, que demuestren su liderazgo en el seno de la población y en las bases de sus partidos.
Lo anterior haría más dinámico el proceso de elecciones. Tendríamos más proselitismo, más activismo, más acercamiento del liderazgo hacia los electores y los partidos se fortalecerían con esa dinámica.
Independientemente de a quién favorezca o perjudique, lo cierto es que la idea luce interesante, y ojalá y se pudiera materializar, cosa que dudo, pues como bien escribió el genio del socialismo: “Las clases no se suicidan”.