Por Inés Aizpún-Tomado de Diario Libre
De todos los ataques y/o críticas que está sufriendo la JCE desde que comenzó la campaña, la más sorprendente, por extemporánea, ha sido la advertencia de La Fuerza del Pueblo.
Leonel Fernández había cultivado y conseguido en sus muchos años de labor política asociar su figura a una imagen de moderación. Era el defensor y maestro de la conceptualización. Pero su aviso de formar una guardia pretoriana de ex militares para vigilar los centros de votación ha roto con eso.
¿De qué habla? ¿De ex-militares?, ¿de paramilitares?, ¿de para-ex-militares? ¿Quién les otorgará el derecho a ejercer las funciones anunciadas? ¿Cómo se proponen actuar, en qué contexto, con qué permiso, con qué métodos?
No ha caído bien ni siquiera en círculos en los que se le respeta y defiende. Así no se juega a la democracia. Si no cree en los jueces, en los árbitros, en el método… no va a creer en los resultados. Lo viene avisando desde hace tiempo, por lo que habrá que estar preparados para una campaña de descrédito (internacional, por supuesto) cuando las urnas le den el resultado que todas las encuestas vaticinan.
Hasta ahora se ha tratado al movimiento que dirige, La Fuerza del Pueblo, con el respeto que se tiene a un tres veces expresidente. Sin su figura, probablemente las instancias correspondientes no habrían dado mucho juego al invento. Sigue en el torneo electoral porque se le han pasado por alto unas cuantas irregularidades administrativas muy bien señaladas.
Ese tipo de cortesías no deberían tener cabida en una democracia bien asentada en la seguridad jurídica y la institucionalidad.
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