Washington, Estados Unidos (AFP)/Listin Diario
Ocho días después de que se anunciaran los resultados de la elección
presidencial en Estados Unidos, Donald Trump pareció admitir su derrota en un
tuit publicado este domingo, aunque no tardó en dar marcha atrás y denunciar de
nuevo un fraude masivo sin dar ninguna prueba.
El domingo por la mañana, en medio de una larga serie de airados tuits y
retuits, el magnate republicano se refirió explícitamente por primera vez a la
victoria de Joe Biden.
«Él gano porque la elección fue amañada», escribió Trump en referencia al
exvicepresidente de Barack Obama.
El mandatario volvía así a su hipótesis de un fraude masivo -que no ha sido
respaldada por ningún dato concreto-, aunque las dos primeras palabras de su
tuit («He won», «Él ganó») llamaban la atención por ser la primera vez que las
pronunciaba tras el anuncio de los resultados.
Pero, poco más de una hora después, y frente a la avalancha de reacciones
suscitadas por su mensaje, replicó enérgicamente en el otro sentido.
«Solo ganó a los ojos de los MEDIOS FAKE NEWS», lanzó.
«¡No concedo NADA! ¡Tenemos todavía un largo camino por recorrer. La
elección estaba AMAÑADA!», añadió el presidente saliente, quien ha fracasado en
su intento por ser reelegido, al contrario que sus tres predecesores Barack
Obama, George W. Bush y Bill Clinton.
Varios de estos mensajes llevaban una etiqueta de Twitter alertando de que
«esta denuncia de fraude electoral es controvertida».
El viernes, Trump ya se había referido por primera vez -aunque a medias- a
la victoria de su adversario demócrata al dejar entender, antes de retractarse,
que él ya no estaría más al frente de la gestión de la crisis del coronavirus
después del 20 de enero, día de la toma de posesión presidencial.
– «Daños» –
Desde el mismo 3 de noviembre, cuando todavía no se conocían todos los
resultados, Trump ha adoptado una postura muy beligerante, prometiendo un
verdadera guerra judicial.
Miles de seguidores suyos se manifestaron en Washington el sábado, apoyando
sus acusaciones de fraude en una protesta mayormente festiva que acabó con
algunos enfrentamientos con grupos rivales. Al menos 20 personas fueron
detenidas, según medios locales, incluyendo cuatro por infringir la ley de
armas de fuego y uno por violencia contra un policía.
Pero, en cuanto se hizo pública la victoria de Joe Biden el 8 de noviembre,
la mayoría de los dirigentes del planeta felicitaron al demócrata, reforzando
la idea de que nadie -ni en Estados Unidos, ni en otro lugar- se tomaba
verdaderamente en serio las acciones judiciales emprendidas por el equipo de
Trump.
A falta de pruebas que acrediten su hipótesis de que hubo fraudes
electorales masivos, la mayoría de estos recursos han sido rechazados por los
tribunales.
Los resultados de todos los estados ya fueron anunciados por las grandes
cadenas de televisión del país. Biden consiguió 306 votos electorales, contra
los 232 del presidente saliente: justo las mismas cifras, pero a la inversa,
que en la victoria del magnate republicano -calificada entonces por él como un
«maremoto»- frente a Hillary Clinton en 2016.
Y varias autoridades electorales locales y nacionales, entre ellas la
Agencia de Ciberseguridad y de la Seguridad de las Infraestructuras (CISA), que
depende del Ministerio de la Seguridad Interior, han rebatido frontalmente las
acusaciones de irregularidades vertidas por el presidente.
«La elección del 3 de noviembre fue la más segura de la historia de Estados
Unidos», afirmaron en un comunicado conjunto. «No existe ninguna prueba de un
sistema de voto que se haya borrado, perdido o cambiado papeletas, o que haya
sido pirateado de ninguna forma».
El exmandatario demócrata Barack Obama dio, por su parte, un paso el frente
en los últimos días para denunciar la actitud de su sucesor, de la que no hay
precedentes en la historia política moderna de Estados Unidos.
«Cuando Donald Trump ganó [en 2016], me quedé despierto hasta las 02H30 de
la mañana y le llamé para felicitarle», recordó el domingo por la mañana en
CBS.
Pese a reafirmar que no tiene ninguna duda sobre cuál será la resolución de
esta enrarecida transición política en Washington -«Joe Biden será el próximo
presidente de Estados Unidos», aseguró-, el expresidente lanzó una advertencia.
«Esto deja daños», criticó al lamentar el silencio de los legisladores
republicanos. «Hay millones de personas que piensan: debe haber trampas porque
el presidente lo ha dicho».