Los mensajes de obispos de diferentes arquidiócesis por el Corpus Christi no fueron homogéneos, por lo que se desprende que la cúpula eclesial no bajó “línea”, pero en muchos hubo concierto en cuanto a la unidad nacional y al rescate de valores sociales.
Dos de ellos, desde ópticas distantes, el del párroco de la iglesia Las Mercedes, Frankeli Rodríguez, y el del arzobispo de la arquidiócesis de Santiago, Freddy Bretón, confluyen en lo mismo.
Rodríguez increpa a la oposición política porque el país es de todos y no de Abinader, por lo que le pide propuestas de solución a los males que gravitan en la sociedad; mientras que Bretón se enfoca en que entre todos debemos buscar salidas, “a pesar de los credos religiosos o políticos”.
Monseñor Freddy Bretón, presidente de la Conferencia del Episcopado Dominicano, acuñó una expresión que suscribimos plenamente: “Ante el resquebrajamiento de la sociedad, se requiere trabajar en unidad para enfrentar sus males”.
En efecto, la sensación de impotencia, la ausencia de consecuencias, la pérdida de valores y la manera vertiginosa como la violencia, la delincuencia y el crimen parecen adueñarse de todo, nos hace pensar que la sociedad sucumbe porque lo malo se abate sobre lo bueno, términos abstractos pero que son un retrato de la realidad porque, en palabras de monseñor Bretón: “Así como los granos dispersos que se reúnen para formar un pan, la sociedad tiene que unificarse para poder servir para algo, de lo contrario no se podrá vivir”.
Sobre esa sociedad agrega el arzobispo de la arquidiócesis de Santiago: “Sola, se desgaja y desmorona, por lo que se requiere de la voluntad de todos los sectores”.
Reconforta el mensaje de la Iglesia católica cuando atravesamos momentos cruciales y aparentamos indiferencia, mientras parece no haber terreno fértil para los valores sociales positivos y estamos huérfanos de referentes y de paradigmas.
Indiferentes ante conductas que dejan la sensación de que “na e’na”, que mantienen vigente lo que dice el tango Cambalache, de Santos Discépolo : “Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor”; y “lo mismo un burro que un gran profesor”.
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