La Juventud de Alejandro
Cuando Alejandro era joven, fue enseñado a luchar y montar por Leónidas de Epiro, un pariente de su madre Olimpia, así como soportar las dificultades como las marchas forzadas. Su padre, Filipo, estaba interesado en cultivar un futuro rey refinado, y por ello contrató a Lisímaco de Acarnania para enseñar al muchacho a leer, escribir y tocar la lira. Este tutelaje inculcaría en Alejandro el amor perpetuo de la lectura y la música. A la edad de 14 años, Alejandro fue introducido al filósofo griego Aristóteles, el cual Filipo contrató como tutor privado. Alejandro estudiaría con Aristóteles por los siguientes tres años, y los dos permanecieron en correspondencia a lo largo de las posteriores campañas de Alejandro.
La influencia de Aristóteles incidió directamente sobre los tratos posteriores con los pueblos a los que conquistó, en el que Alejandro nunca forzó la cultura griega sobre los habitantes de las diferentes regiones, si no que la introducía dela misma manera en que Aristóteles solía enseñar a sus estudiantes. La influencia de Leónidas podía ser vista en Alejandro, en su resistencia y energía física, así como su habilidad con los caballos. Alejandro domó al "indomable" Bucéfalo cuando tenía solamente 11 o 12 años. Mientras que la influencia de sus tutores ciertamente tuvo un profundo efecto en él, Alejandro parecía destinado a la grandeza desde nacimiento. Tenía, primero que nada, un padre cuyos logros dejaron una base firme para sus éxitos posteriores. El historiador Diodoro Sículo observa:
Durante los veinticuatro años de su reinado como rey de Macedonia, en los cuales inició con los recursos más escasos, Filipo construyó su propio reino en la más grande potencia de Europa... Proyectó el derrocamiento del Imperio persa, desembarcó fuerzas en Asia y estaba en el acto de liberar a las comunidades helénicas cuando fue interrumpido por el Destino - a pesar del cual, legó un establecimiento militar de tal tamaño y calidad que su hijo Alejandro fue capaz de derrocar el Imperio persa sin requerir la asistencia de aliados. Estos logros no fueron el trabajo de Fortuna sino de su propia fuerza de carácter, ya que este rey se distingue de todos los demás por su perspicacia militar, coraje personal y brillantez intelectual.
Aun cuando era claro que su padre tuvo un gran impacto en él, Alejandro mismo decidió ver su éxito como ordenado por fuerzas divinas. Se llamaba a sí mismo el hijo de Zeus, y clamaba el estatus de semidiós, enlazando su linaje con sus dos héroes favoritos de la antigüedad, Aquiles y Hércules, y modelando su comportamiento al de ellos. Su creencia en su divinidad fue inculcada en él por Olimpia, quien también le dijo que su nacimiento fue virgen, ya que ella había sido impregnada milagrosamente por el propio Zeus. Su nacimiento fue asociado con grandes señales y maravillas, como una estrella brillante reluciendo sobre Macedonia esa noche y la destrucción del templo de Artemisa en Éfeso. Plutarco escribe:
Alejandro nació el sexto de Hecatombeón, el mes que lo macedonios llamaban Loios, el mismo día que el templo de Diana en Éfeso fue incendiado; que Hegesias de Magnesia hace ocasión de una presunción, lo suficientemente fría como para haber detenido la conflagración. El templo, dice, se prendió en llamas y fue quemado mientas su señora estaba ausente, asistiendo al nacimiento de Alejandro. Y todos los adivinos orientales que se encontraban entonces en Éfeso, viendo las ruinas de este templo como el precursor de alguna otra calamidad, corrieron por la ciudad, golpeándose la cara y llorando que este día había traído algo que probaría fatal y destructivo para toda Asia.
(Plutarco, Vidas Paralelas)
EN EL ORÁCULO DE SIWA, FUE PROCLAMADO UN HIJO DE ZEUS-AMÓN.
Aun cuando su nacimiento milagroso está bien documentado por los historiadores, hay muy poca información respecto a su juventud, aparte de historias de su precocidad (supuestamente interrogaba a dignatarios visitantes sobre las fronteras y fortalezas de Persia cuando tenía siete años), sus tutores, y sus amigos de la infancia. Sus amigos Casandro, Ptolomeo, y Hefestión se convertirían en sus compañeros de toda la vida y generales en su ejército. Calístenes, otro amigo, era el sobrino de Aristóteles, y llegó a la corte macedonia con el filósofo. Se convertiría en el historiador de la corte y seguiría a Alejandro en campaña en calidad de filósofo. Hefestión permaneció como su mejor y más querido amigo a lo largo de su vida y el segundo al mando en el ejército. Sobre la juventud de Alejandro, el historiador Worthington escribe que Alejandro "sería educado en casa, como era costumbre en Macedonia, y se acostumbraría a ver (y después participar) en los concursos de bebida que eran parte de la vida en la corte macedonia" pero que, aparte de eso, "sorprendentemente sabemos poco de la infancia de Alejandro" (33).
Queronea y las Primeras Campañas
La destreza militar de Alejandro fue notada por primera vez en la Batalla de Queronea en el año 338 a.C. A pesar de tener solo 18 años, ayudó a cambiar el curso de la batalla en una victoria decisiva macedonia que derrotó a las ciudades-Estado aliadas griegas. Cuando Filipo II fue asesinado en el 336 a.C., Alejandro asumió el trono, y con las ciudades-Estado griegas unidas bajo el dominio macedonio después de Queronea, se embarcó en la gran campaña que su padre había estado planeando: la conquista del poderoso Imperio persa. Worthington afirma:
Homero era la biblia de Alejandro y tomó con él la edición de Aristóteles hacia Asia... Durante sus campañas Alejandro siempre tuvo la intención de averiguar todo lo que pudiera sobre las áreas por las que pasó. Llevó con él un séquito de científicos para registrar y analizar esta información, desde botánica, biología, zoología y meteorología, hasta topografía. Su deseo de aprender, y tener la información registrada lo más científicamente posible, probablemente provino de las enseñanzas y entusiasmo de Aristóteles.(34-35)
Con un ejército de 32,000 de infantería y 5,100 de caballería, Alejandro cruzó hacia Asia Menor en el año 334 a.C. y saqueó la ciudad de Baalbek, renombrándola Heliópolis. Después liberó a la ciudad griega de Éfeso del dominio persa y ofreció reconstruir el templo de Artemisa, que había sido destruido por incendio en la noche de su nacimiento, pero la ciudad rechazó su gesto. En el año 333 a.C., Alejandro y sus tropas derrotaron a las fuerzas mayores del rey Darío III de Persia en la batalla de Issos. Darío huyó del campo, dejando a su familia atrás. Alejandro continúo a saquear la ciudad fenicia de Sidón y después a conquistar Alepo. En el 332 a.C. conquistó Siria y después Egipto en el 331 a.C., donde fundó la ciudad de Alejandría. En el oráculo de Siwa, en el oasis egipcio homónimo, fue proclamado un hijo del dios Zeus-Amón.
Alexander the Great, Bronze Head
Alejandro Magno, cabeza de bronce
Mark Cartwright (CC BY-NC-SA)
A pesar de haber conquistado Egipto, Alejandro no estaba interesado en imponer sus propias ideas de verdad, religión o comportamiento sobre los pueblos mientras que estos mantuvieran voluntariamente las líneas de abastecimiento abiertas para alimentar y equipar a sus soldados (un importante aspecto de su habilidad para gobernar vastas áreas, que iba a ser descuidado por sus sucesores). Esto no significa, sin embargo, que no suprimió despiadadamente sublevaciones, o que vacilaba en aniquilar brutalmente a quienes se le oponían. Después de diseñar el plan para la ciudad de Alejandría, dejó Egipto para más campañas, conquistando fácilmente la tierra de Fenicia excepto de la ciudad-isla de Tiro, a la que puso bajo sitio. Tan determinado estaba en conquistar Tiro que construyó una calzada desde tierra hacia la isla en la cual montó sus máquinas de asedio para tomar la ciudad. Esta calzada, con el tiempo, colectó limo y tierra y es la razón por la cual Tiro es parte del Líbano continental actualmente. Por su resistencia obstinada, los habitantes de la ciudad fueron masacrados y los supervivientes vendidos como esclavos. Su política respecto a los ciudadanos de Tiro es un claro ejemplo de su crueldad.
Las Campañas Persas
En el 331 AEC, Alejandro enfrentó al rey Darío III en el campo de batalla en Gaugamela, donde, nuevamente enfrentando números abrumadores, derrotó decisivamente a Darío quien huyó del campo. Darío fue, más tarde, asesinado por su propio general y primo Bessos, un acto el cual Alejandro decía que deploraba. El cuerpo de Darío fue tratado con el más grande respeto, así como los miembros supervivientes de su familia. Alejandro se autoproclamó rey de Asia y continuó en su marcha hacia la gran ciudad de Susa que se rindió incondicionalmente sin resistencia.
Desde Susa, Alejandro marchó a la ciudad de Persépolis, donde, en el 330 a.C., de acuerdo al historiador antiguo Diodoro Sículo (y otros), inició un incendio que destruyó el palacio principal y la mayor parte de la ciudad como una revancha por el incendio de la Acrópolis en la invasión persa de Jerjes a Grecia en el 480 a.C. Se dice que este acto fue instigado durante una fiesta de borrachos por Tais, la amante ateniense del general Ptolomeo, alegando que sería una venganza adecuada si la ciudad fuera quemada "por manos de mujeres", y se dice que arrojó su antorcha justo después de que Alejandro arrojó la primera. Dejando Persépolis en ruinas y llevándose los vastos tesoros, marchó hacia Bactria y Sogdiana a las que conquistó fácilmente.
En el 329 a.C., fundó la ciudad de Alejandría Escate en el río Yaxartes, destruyó la ciudad de Cirópolis, y derrotó a los escitas. Alejandro fundó varias ciudades con su nombre durante este tiempo para incrementar su imagen pública de dios y adoptó el título de Shahan Shah (Rey de reyes) usado por los gobernantes del primer Imperio persa. Para mantenerse en este estatus, Alejandro introdujo la costumbre persa del proskynesis al ejército, forzando a aquellos que se dirigían hacia él en arrodillarse primero y besar su mano.
Las tropas macedonias se sintieron cada vez más incomodas con la aparente deificación y adopción de costumbres persas de Alejandro. Conspiraciones de asesinato se tramaron solo para ser revelados y los conspiradores ejecutados, incluso si eran viejos amigos. Calístenes se convirtió en uno de estos cuando se implicó en una conspiración. Clito, el viejo estadista que salvó la vida de Alejandro en la Batalla del Gránico, se condenaría a sí mismo en una manera similar. En el año 328 a.C. Alejandro asesinaría tanto a Calístenes como a Clito, en incidentes separados, por traición y cuestionar su autoridad, respectivamente.
El hábito de Alejandro de tomar en exceso era bien conocido, y ciertamente en el caso de la muerte de Clito, influyó significativamente el asesinato. Ambos, Clito y Calístenes, se habían convertido bastante vocales en sus críticas a la adopción de las costumbres persas de Alejandro. A pesar de ser capaz de gran diplomacia y habilidad en el trato de los pueblos conquistados y sus gobernantes, Alejandro no era conocido por tolerar opiniones personales en conflicto con la suya, y esta intolerancia era exacerbada por la bebida. La muerte de Clito fue rápida, a través de una jabalina que Alejandro lanzó hacia él, mientras Calístenes fue encarcelado y murió ya sea en confinamiento o crucificado.
Map of Alexander the Great's Conquests
Mapa de las conquistas de Alejandro Magno
US Military Academy (Public Domain)
India y Motín
En el año 327 a.C., con el Imperio persa firmemente bajo su control y recién casado con la noble bactriana Roxana, Alejandro dirigió su atención a la India. Habiendo escuchado de las hazañas del gran general macedonio, el rey indio Omphis de Taxila se sometió a su autoridad sin luchar, pero las tribus Aspasioi y Assakenoi se resistieron fuertemente. En las batallas a través del 327 a.C. y 326 a.C., Alejandro sometió a estas tribus, enfrentando finalmente al rey Poros de Pauravas en la Batalla del río Hidaspes en el año 326 a.C. Poros cargó contra las fuerzas de Alejandro con elefantes y luchó tan valientemente con sus tropas que, después de derrotarlo, Alejandro lo instaló como gobernante de una región más amplia de la que anteriormente había tenido. El caballo de Alejandro, Bucéfalo, fue muerto en esta batalla, y Alejandro nombró una de las dos ciudades que fundó después de la batalla "Bucéfala" en su honor.
Alejandro pretendía continuar su marcha y cruzar el río Ganges hacia más conquistas, pero sus tropas, cansadas por la dura batalla con Poros (en la cual, de acuerdo a Arriano, Alejandro perdió 1000 hombres), se amotinaron y se negaron a avanzar más. Alejandro intentó persuadir a sus hombres de continuar pero, fallando en ganárselos, finalmente se apegó a sus deseos. Dividió su ejército en dos, enviando una mitad de vuelta a Susa por mar bajo el mando del navarca Nearco a través del Golfo Pérsico, y marchando la otra mitad a través del desierto de Gedrosia. Su razonamiento detrás de esta decisión todavía no está clara y sigue debatida por los historiadores. Aun cuando había abandonado su conquista de la India, aún se detuvo en su marcha para someter a aquellas tribus hostiles que encontró en el camino. El terreno duro del desierto, y los enfrentamientos militares, hizo gran mella en sus tropas, y para el tiempo que alcanzaron Susa en el 324 a.C., Alejandro había tenido considerables pérdidas.
A su regreso, encontró que varios de los sátrapas a los que les había confiado gobernar habían abusado de su poder y los ejecutó, de igual manera a aquellos quienes habían vandalizado la tumba de Ciro el Grande en la vieja ciudad capital de Pasargada. Ordenó que la antigua capital y la tumba fueran restauradas y tomó otras medidas para congraciarse e integrar su ejército con las personas de la región, y fusionar las culturas de Persia y Macedonia. Alejandro celebró un matrimonio masivo en Susa donde casó a miembros de su alto mando con nobles persas. Varios de sus tropas se opusieron a esta fusión cultural y criticaron cada vez más su adopción de los modales y vestimenta persa que lo había afectado desde el 329 a.C. Se opusieron aún más a la promoción de persas sobre macedonios en el ejército y a la orden de Alejandro de mezclar unidades persas y macedonias. Alejandro respondió nombrando persas a posiciones prominentes en el ejército, y otorgó títulos y honores tradicionales de Macedonia a unidades persas. Sus tropas retrocedieron y se sometieron a los deseos de Alejandro, en un gesto de buena voluntad, este regresó los títulos a los macedonios y ordenó un gran festín común en el que cenó y bebió con el ejército. Ya había abandonado la costumbre del proskynesis en deferencia a sus hombres, pero continuó comportándose como un rey persa, en lugar de macedonio.
Alrededor de este tiempo, en el año 324 a.C., su amigo de toda la vida y segundo al mando, Hefestión, murió de una fiebre, aunque algunos reportes sugieren que pudo haber sido envenenado. Los reportes de los historiadores sobre la respuesta de Alejandro a este evento concuerdan universalmente en que su dolor era insoportable. Plutarco afirma que Alejandro masacró a la tribu "Cossaei" de un pueblo cercano como sacrificio a su amigo, y Arriano escribe que mandó ejecutar al doctor de Hefestión por fallar en curarlo. Los crines y las colas de caballos fueron cortadas como señal de luto, y Alejandro rechazó en promover a otro a la posición de Hefestión como comandante de la caballería. Se abstuvo de la comida y la bebida y declaró un periodo de luto a través del imperio, así como ritos funerales usualmente reservado para un rey.
La Muerte de Alejandro
Al recuperarse de la muerte de Hefestión, Alejandro regresó a sus planes de expandir su imperio pero nunca llegaría a realizarlos. Murió en Babilonia a la edad de 32 años, el 10 u 11 de junio del 323 a.C. después de sufrir de fiebres altas por diez días. Las teorías sobre su muerte han variado desde envenenamiento a malaria, a infección bacteriana por tomar agua contaminada, entre otros. Plutarco dice que, 14 días antes de su muerte, Alejandro entretuvo a su navarca Nearco y su amigo Medio de Larisa con una larga ronda de bebida, después de la cual cayó en una fiebre de la que nunca se recuperó. Cuando se le preguntó quién debería sucederle, Alejandro respondió, "al más fuerte", respuesta que llevó a su imperio ser dividido entre cuatro de sus generales: Casandro, Ptolomeo, Antígono y Seleuco (conocidos como los diádocos o "sucesores").
Alexander Sarcophagus (detail)
Sarcófago de Alejandro (detalle)
Carole Raddato (CC BY-SA)
Sin embargo, Plutarco y Arriano afirman que pasó su reino a Pérdicas, el amigo de Hefestión con el que Alejandro había cargado el cuerpo de su amigo a su funeral en Babilonia. Pérdicas también era amigo de Alejandro, además de su guardaespaldas y compañero de caballería, y tendría sentido, considerando el hábito de Alejandro de recompensar con favores a aquellos con quienes era cercano, que escogería a Pérdicas sobre los otros. Como sea que haya pasado, después de la muerte de Alejandro, los generales ignoraron sus deseos y Pérdicas fue asesinado en el año 321 a.C.
Los Diádocos
Su camarada de toda la vida, Casandro, ordenaría la ejecución de la esposa de Alejandro, Roxana, su hijo por ella, y su madre Olimpia para consolidar su poder como el nuevo rey de Macedonia (un título que perdería posteriormente por Antígono y sus herederos). Ptolomeo I robó el cadáver de Alejandro cuando este iba en ruta hacia Macedonia y lo llevó a Egipto, con la esperanza de asegurar la profecía de que la tierra en la que fuera sepultado sería próspera e invencible. Él fundaría la dinastía Ptolemaica en Egipto, que duraría hasta el año 30 a.C., finalizando con la muerte de su descendiente Cleopatra VII. Seleuco fundaría el Imperio seléucida, comprometiendo Mesopotamia, Anatolia y partes de la India, y sería el último de los diádocos restantes después de 40 años de guerra incesante entre ellos y sus herederos. Llegaría a ser conocido como Seleuco I Nicátor ("el vencedor"). Ninguno de sus generales poseía la inteligencia, comprensión o el genio militar de Alejandro pero fundarían dinastías que, con excepciones, gobernarían sus respectivas regiones hasta la llegada de Roma.
Su influencia sobre las regiones que controlaron creó lo que los historiadores se refieren al "Periodo Helenístico", en el cual, el pensamiento y la cultura griega se entrelazaron con aquellos de la población indígena. De acuerdo a Diodoro Sículo, una de las estipulaciones de la voluntad de Alejandro era la creación de un imperio unificado entre antiguos enemigos. Las personas del Oriente Próximo fueron alentadas a casarse con aquellas de Europa y viceversa; al hacerlo, una nueva cultura sería adoptada por todos. A pesar que los diádocos fallaron el cumplimiento pacífico de sus deseos, mediante de la helenización de sus imperios contribuyeron al sueño de unidad cultural de Alejandro; incluso si tal unidad nunca pudiera realizarse completamente.
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Bibliografía
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Sobre el traductor
Martin Guzman
Martin Guzman
Ingeniero en Tecnologías de la Información. Interesado, en temas históricos pero con preferencia a la historia militar. Busca compartir el interés de estos temas y hacerlo llegar a una mayor cantidad de personas.
Sobre el autor
Joshua J. Mark
Joshua J. Mark
Escritor independiente y antiguo profesor de filosofía a tiempo parcial en el Marist College de Nueva York, Joshua J. Mark ha vivido en Grecia y Alemania y ha viajado por Egipto. Ha sido profesor universitario de historia, escritura, literatura y filosofía.