10/09/2024 00:00 | Actualizado a 10/09/2024 00:00
Ensimismados en espacios siderales de la tecnología, algunos elaboran manuales electrónicos adecuados para la “inteligencia artificial”, donde el escenario es complejo, flujo de códigos y cálculos infinitesimales.
De cara al sol el diseño es contrastante, desoladoramente trágico en su insensibilidad social, todo sobra en su petulancia cognoscitiva. El drama es patético. Hemos creado el “bobo digital” y para ello no requerimos la complejidad de la inteligencia artificial.
En ese maremágnum se trazan simplezas, envoltorios eficaces para castrar la imaginación, esterilizar la indagación, como referentes puntuales para la memorización del dato, jamás del concepto que lo aúpa y conforma como acicate de la inteligencia.
La pérdida de todo compromiso primario con la sensibilidad social está asegurada de antemano, la zapata es insensible, para el “bobo digital” el mundo cabe en secuencias y piromanías gráficas de entretenimiento.
Un colaborador nuestro, Juan Luis Torreira, ha escrito una reflexión que a mí me luce importante. Él es quien la bautiza como “La Era del bobo digital”. Me parece incisiva su observación . Tiene la agudeza crítica para evidenciar el proceso de alienación que se articula ahora con los infantes.
Trascribo al lector de esta columna, sus notas sobre el “bobo digital”. Me parecen excelente y agudas: “Estamos en la ERA DEL BOBO DIGITAL, la cual se caracteriza por los aparatos digitales “devices” que les ofrecemos en las manos y en las cabezas, a nuestros hijos, con la finalidad de mantenerlos tranquilos, sedados, y así no nos perturben en nuestras actividades, generalmente personales”.
“Tanto los padres como las madres justifican esta acción, de evadir la responsabilidad de educar en forma correcta y tradicional a nuestros hijos, con la simple respuesta, NO TENGO TIEMPO, pero, como contraste hay tiempo para jugar, darse masajes, ir al gimnasio, tarde de té. Estos bobos digitales tienen aportes positivos y negativos, por lo tanto, no estoy 100% en contra de ellos, sino que creo que se debe mantener un balance en la dosis sobre el uso”.
“En cuanto a lo positivo, el ser humano tiene la necesidad de convivir, comunicarse el uno con el otro, de modo tal, que nos permite sociabilizar, adquirir conocimientos, asistir a encuentros y clases virtuales, en fin, son instrumentos necesarios, y debemos estar al día y no ajenos a nuestro entorno o mundo real en el que vivimos. En otro sentido, los bobos digitales se caracterizan por el aislamiento del sujeto, inundado en su propio entorno donde los padres no pueden controlar, ni darse cuenta de los efectos negativos generados por el exceso, llegando a convertirse en niños con ciertas características que viven en su propio mundo o ludopatía, debido al abuso desmesurado”.
“EN LA ERA ANALOGA, a los niños que utilizaban bobos, los padres se los retiraban a más tardar a los cincos años de edad, sin ningún tipo de represalia y sin la necesidad de ser asistido por un profesional de la conducta.
Hoy día, el Bobo Digital no tiene término, y si un padre por casualidad, decide ocultar el Bobo digital, podría el sujeto convertirse en una persona con signos de alta irritación, inclusive atacando a sus propios progenitores, manipulación emocional, poca tolerancia, por lo cual debemos enfrentar esta PANDEMIA DE LA ERA DEL BOBO DIGITA, con firmeza y valores educativos funcionales.”