Todo sistema de transporte, inevitablemente, produce contaminación. También, es cierto que el sistema de transporte es indispensable para realizar las actividades del hombre dentro del actual esquema mundial de desarrollo.
Esta contraposición de intereses se convierte en una paradoja que no se puede resolver de manera total, pero es posible disminuir la contaminación con la aplicación de medidas técnicas, sociales y políticas.
En la mayoría de las grandes ciudades latinoamericanas, la contaminación atmosférica se puede atribuir, sobre todo, a fuentes móviles, constituidas por la flota de vehículos de motor.
Las zonas de mayor producción de contaminantes en espacio-tiempo están asociadas directamente con las zonas de mayor concentración de vehículos y donde exista una alta congestión, las cuales funcionan como túneles de contaminación atmosférica y sonora, las intersecciones congestionadas y, en el caso del Gran Santo Domingo, Santiago y otras ciudades importantes del país, la cantidad de vehículos que transitan sin los equipos necesarios para evitar la contaminación.
El sistema natural colabora con la disminución de los efectos de la contaminación, a través de las corrientes de aire y los colectores de absorción y transformación de contaminantes; no obstante, el sistema natural tiene sus límites y en muchos casos estos han sido saturados.
Los contaminantes más dañinos son el plomo, el monóxido de carbono, los ácidos orgánicos y aldehídos, las partículas en suspensión, los óxidos de azufre, los óxidos de nitrógeno y el ozono de la troposfera producido por efecto del monóxido de carbono y de los óxidos de
nitrógeno. Entre sus efectos directos en el ser humano figuran la afectación de los sistemas circulatorios y respiratorios, alergias e irritaciones de los ojos y tejidos. Estos efectos varían desde los ocasionales a los crónicos y graves. Algunos de estos contaminantes han sido relacionados con diversas formas de cáncer, muy común en estos tiempos.
Los efectos sobre la biosfera se manifiestan con la contaminación de la atmósfera, de suelos, recursos hídricos, daños a la vida animal y vegetal, incluyendo los productos agrícolas. Además, afectan el sistema geo bioquímico terrestre con la proporción de depósitos de azufre en la troposfera que luego se descargan en forma de lluvias ácidas y la producción de gases "efecto invernadero", provocando un aumento paulatino de la temperatura media anual y cambios climáticos.
Otras fuentes de contaminación, producidas por los vehículos de motor son los desechos líquidos y sólidos como aceites, baterías usadas, neumáticos, carrocerías y otros componentes desechados denominados chatarras.
Se adicionan, las vibraciones y los ruidos que son una causa de contaminación importante y sus efectos son muy diversos; van desde el deterioro de las edificaciones hasta inducir la deformación en el crecimiento de especies y la desorientación de las aves migratorias. Pero más importante aún, son los efectos producidos en el ser humano, como la pérdida paulatina de la capacidad auditiva.
Las vibraciones y el ruido constituyen, además, los principales factores desequilibrantes y estresantes; sus efectos sobre la salud humana se expresan a través de síntomas sicológicos y de la conducta, como lo es el cansancio, dolores de cabeza, jaquecas, mareos, tensión, angustia, ansiedad e inestabilidad emocional.
Las zonas de mayor producción de contaminantes en espacio-tiempo, están asociadas directamente con las zonas de mayor concentración de vehículos y donde existe una alta congestión vehicular.
Conocidos los contaminantes con sus efectos e identificando las fuentes de producción y las zonas más agredidas, se puede diseñar un plan de acción que procure disminuir estos problemas.
Estas acciones pueden enfocarse en los siguientes aspectos:
1. Establecer una clara definición de límites máximos permitidos de flujo vehicular, retirar de circulación los vehículos con vida útil vencida o chatarras, promover educación vial a los conductores por los diversos medios de comunicación, prohibir tránsito a los vehículos pesados en los cascos urbanos y sólo transitar de 6 de la tarde a 6 de la mañana, promover el uso de las señales de tránsito y uso de los carriles correctamente, limitar la agresividad al conducir y respetar las normas de tránsito, aplicando las penalidades correspondientes, sin impunidad. Limitar las emisiones de origen industrial y por otras fuentes móviles, de acuerdo con las necesidades de producción y las condiciones topográficas y climáticas propias del Gran Santo Domingo y de las diversas regiones del país.
2. Diseñar el entorno urbano-regional, tomando como base tales límites, como por ejemplo, revisar las normas de construcción, de esparcimientos mínimos, de espacios abiertos, de siembra de árboles y pantallas naturales de absorción de CO2 y ruidos, zonas de ventilación, pasos peatonales y facilidades para el uso de medios de transporte no motorizados, protección de zonas residenciales, rutas claramente definidas para el paso de vehículos privados, de transporte de materias primas y sustancias peligrosas, y de transporte público masivo.
3. Efectuar un aprovechamiento máximo de la infraestructura vial existente, con una adecuada administración de los corredores principales de tránsito urbano e interurbano.
4. Establecer un orden de preferencia para la movilización dentro de la ciudad: Dar facilidad al transporte público, y la última prioridad sería para el transporte privado.
5. Compensar al transporte privado con zonas periféricas seguras para el establecimiento y facilidad de conexión con medios de transporte colectivo.
6. Redefinir los requerimientos de los automotores en términos tecnológicos: Motores eficientes, uso de combustibles limpios y de catalizadores.
7. Informar y concientizar a la población sobre los efectos de la contaminación y las formas para prevenirla, con el fin de lograr la aceptación de las medidas técnicas.
8. Completar las medidas anteriores con otras como el mejoramiento de los sistemas de control de contaminantes, producidos por fuentes fijas y móviles, sancionando las violaciones.
Mejorar las normas de revisión técnica obligatoria de automotores, sustituyendo el uso de la gasolina y el diésel con altos niveles de azufre, por combustibles "ecológicos". Además, dispensar los horarios de movilización vehicular para distribuir las demandas de circulación en horas "pico" y reducir los tediosos tapones.
¿Cómo mejorar el tránsito vehicular y reducir los oprobiosos tapones?
1. Implementar programas de educación vial dirigidos a los conductores, a nivel nacional, utilizando los medios de comunicación, televisión, radio, periódicos y redes sociales.
2. Nombrar personal calificado, con formación en tránsito terrestre, que ingresen al INTRANT y a la DIGESETT. Preferiblemente, realizar reclutamiento en las escuelas de ingeniería vial, industrial y de sistemas de las diferentes universidades, y con dominio en investigación de operaciones, análisis de rutas críticas, logística, software e inteligencia artificial.
3. La formación de patrullas especiales de tránsito que operen en los puntos de mayor congestión vehicular, por ejemplo, kilómetro 9 de la autopista Duarte, Pintura, Duarte con París, autopista las américas y otros puntos nodales, facilitando la movilidad vehicular. Pagando los incentivos laborales a los miembros de las patrullas.
4. Establecer regulaciones sobre los estacionamientos en las vías en tiempo y espacio, por carriles. Uso adecuado de los carriles, velocidades y de las luces direccionales.
5. Semaforización en las intersecciones donde sea necesaria, para facilitar el tránsito.
6. Todo vehículo de motor, absolutamente todos, deben tener su placa correspondiente, por razones de seguridad vial.
La República Dominicana, con el crecimiento económico que exhibe, debe tener un sistema de transporte terrestre competente, acorde con la demanda de sus ciudadanos y que garantice los niveles de calidad exigidos en los nuevos tiempos.