lunes, 25 de agosto de 2025

ALBERTO PELÁEZ: El tablero electoral dominicano rumbo a 2028: el PLD, entre la nostalgia y la irrelevancia


Por Luís Alberto Peláez 
El panorama político de la República Dominicana en 2025 es contundente: el Partido Revolucionario Moderno (PRM) domina todos los niveles de poder.
 
Con mayoría absoluta en el Congreso, control de las alcaldías más relevantes y 24 de los 32 senadores, el oficialismo ha logrado una hegemonía que ningún otro partido puede discutir en este momento. El triunfo del presidente Luis Abinader en 2024 no solo fue una reelección, fue la confirmación de un ciclo político donde el PRM es el actor central.

Pero cinco años después de aquel histórico ascenso, la realidad muestra que los problemas que prometieron resolver siguen presentes e incluso más profundos. Los apagones se han recrudecido, golpeando la producción y la vida cotidiana; la delincuencia y la inseguridad ciudadana se han convertido en la principal preocupación nacional; el alto costo de la vida asfixia a las familias, con alimentos y medicinas cada vez más inalcanzables; el desempleo estructural mantiene a miles de jóvenes sin futuro; el sistema de emergencias 911 está colapsado; la educación retrocede con escuelas sin condiciones y maestros desmotivados; y el costo de los medicamentos alcanza niveles insostenibles para una población que siente que el Estado no le da respuesta.

A esto se suma que, de cara a 2028, ya asoman las tensiones internas por la sucesión presidencial. David Collado se perfila como un candidato con proyección nacional, mientras que Carolina Mejía cuenta con el respaldo absoluto de su padre, el expresidente Hipólito Mejía, quien ha dejado claro que no aceptará otros resultados que no sean que ella resulte la candidata oficial del partido. Esta postura podría generar fricciones a lo interno del PRM, donde las ambiciones y lealtades personales amenazan con chocar en una disputa que, si no se maneja con tacto, podría dejar heridas difíciles de cerrar antes de las elecciones.

El PRM ha administrado con eficacia la política comunicacional, pero la realidad material contradice el discurso. De cara a 2028, la gran interrogante no es si el PRM tiene la maquinaria, sino si podrá manejar el relevo interno sin fracturas y si logrará convencer al electorado de que todavía es la mejor opción, cuando los males estructurales del país se han agravado bajo su gestión.

Fuerza del Pueblo: Leonel, el pilar; Omar, el candidato natural

La Fuerza del Pueblo (FP) se consolidó como la principal fuerza opositora con casi un 29% en las elecciones presidenciales pasadas. Su líder, Leonel Fernández, presidente en tres ocasiones, sigue siendo un referente indiscutible de la política dominicana y el gran arquitecto de esta nueva etapa de oposición. Su experiencia, su vigencia y su capacidad de estructurar alianzas mantienen a la FP como el contrapeso real al oficialismo.

Pero lo que verdaderamente marca un punto de inflexión es la irrupción de Omar Fernández, cuya victoria en el Distrito Nacional lo catapultó como el nuevo rostro político del país. No se trata de un fenómeno pasajero, sino de la consolidación de un liderazgo fresco, conectado con la juventud, con las clases medias urbanas y con un electorado que demanda renovación.

Omar Fernández no es simplemente un heredero político, es la figura que ha logrado construir legitimidad propia y que ya empieza a proyectarse como el candidato natural de la oposición para las elecciones del 2028. Mientras Leonel sostiene la estructura y aporta la experiencia, Omar representa el futuro, la credibilidad de una nueva generación y la posibilidad de enfrentar al PRM con un discurso moderno, competitivo y con capacidad de trascender más allá de la capital.

La Fuerza del Pueblo tiene, así, una combinación poderosa: la vigencia de un líder histórico que conoce las claves del poder y la proyección de un joven político que comienza a conectar con los nuevos tiempos. De aquí a 2028, todo apunta a que Omar Fernández será la carta mejor posicionada para disputar la presidencia.

El PLD: de la gloria a la decadencia

En el caso del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), la realidad es desoladora. Apenas alcanzó poco más del 10% en las presidenciales, con solo 12 diputados y ninguna senaduría, un desplome histórico para una organización que hasta hace poco era sinónimo de poder.

El PLD se ha quedado atrapado en sus pugnas internas, en liderazgos desgastados y en la incapacidad de conectar con una sociedad que cambió sus prioridades. Y lo más preocupante es que, lejos de recomponerse, el partido se encamina a una nueva división interna cuando llegue el momento de elegir candidato presidencial para 2028. La figura de Abel Martínez, actual referente visible, choca con el ascenso de Francisco Javier García, quien al día de hoy cuenta con el respaldo de la mayoría de los dirigentes de ese partido. A esto se suma la posible reaparición de Gonzalo Castillo en busca de la candidatura, un movimiento que podría terminar de poner en riesgo la ya frágil unidad del PLD.

Mientras el PRM se desgasta en la gestión de males que no resuelve y la Fuerza del Pueblo combina el peso histórico de Leonel con la frescura de Omar Fernández, el PLD se refugia en la nostalgia de sus años de gloria y se consume en luchas internas que lo alejan del ciudadano común.

Hoy no solo es un partido debilitado: es un partido en riesgo de irrelevancia. Si no logra unificar criterios y renovarse, su destino será convertirse en un simple actor bisagra, incapaz de disputar el poder real. El desgaste, la falta de autocrítica, la ausencia de renovación y ahora la inminente pugna entre Abel, Francisco Javier y la posible salida de Gonzalo lo colocan como el gran perdedor de este ciclo político.

El tablero político dominicano está en movimiento. El PRM gobierna con poder, pero arrastra los males que prometió resolver y no pudo; la Fuerza del Pueblo se fortalece con la experiencia de Leonel Fernández y con la figura emergente de Omar Fernández, quien cada vez más se perfila como el candidato natural de la oposición rumbo al 2028; y el PLD se hunde en un laberinto de luchas internas que amenazan con desangrarlo antes de llegar siquiera a la elección de su candidato presidencial