domingo, 21 de agosto de 2011

CRISIS GLOBAL QUE NOS AFECTA!!! Economistas refutados ven el mundo coquetea con la recesión. Casi todas las economías ha retrocedido en 2011


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El mundo coquetea con la recesión
Dos años atrás los economistas temían una deflación; ahora asusta la recaída, el «double-dip», que arruina las expectativas y tiñe de rojo las bolsas
FERNANDO GONZÁLEZ URBANEJA/REUTERS/ABC.COM
Día 21/08/2011

El consenso de los pronósticos para 2011 apuntaba a una recuperación mundial, un retorno a tasas de crecimiento superiores al 4%, aupadas por las economías emergentes (los BRIC y alrededores) que aspiraban a crecer entre el 6 y el 10% y lastradas por las economías desarrolladas, Europa, EE.UU. y Japón, con crecimientos medios inferiores al 3%. Un año mejor que el anterior y algo peor que el siguiente. Pero no va a ser así, por múltiples razones el año será peor que el anterior, aunque no tanto como el 2009, que fue el de la Gran Recesión. Cómo vaya a ser el 2012 es un enigma, pero crecen las probabilidades de que vuelva a ser malo, de otra nueva recesión, una salida de la crisis en W, o en «double dip», que era una de las posibilidades más indeseables.

Si en 2009 había inquietud por una posible deflación (cae la actividad y los precios) el riesgo ahora es una nueva recesión que complicaría los problemas de solvencia de los endeudados y también de liquidez, imprescindible para sustentar e impulsar la recuperación.

El primer trimestre del año fue favorable, sostuvo la tendencia del año anterior de una modesta, incipiente recuperación. Los datos del segundo trimestre, conocidos esta semana, arruinan esa hipótesis y resucitan el temor a una nueva recesión. En Europa, sus dos motores, Alemania y Francia, apenas crecieron una décima en el trimestre (como las economías averiadas del sur); EE.UU. y Japón, por distintas razones, crecen menos de lo esperado, y las economías emergentes (China, India, Brasil) tropiezan con obstáculos que tienen que ver con la inflación, con el tipo de cambio, con posibles burbujas de activos y con unos clientes debilitados en su capacidad de compra.

Los economistas Rogoff y Reinhartt en su reciente libro «Esta vez es distinto: 8 siglos de necedad financiera», convertido en clásico-canónico sobre las crisis financieras al año de su publicación, dicen: «Si hay un factor común para el amplio abanico de crisis es el hecho de que una excesiva acumulación de deuda, de gobiernos, bancos, empresas o consumidores, conlleva riesgos estructurales más grandes de los que podría pensarse en medio de un boom financiero». La tesis es conocida, tanto como olvidada en fases de euforia. Así que cuando llegó la recesión el alegre endeudamiento se convirtió en una carga pesada y en obstáculo a la recuperación. Es el caso de muchas economías, con la española en primer término, que con una deuda monumental, carecen de margen para salir de la recesión.

Además, la globalización que tanto contribuyó a la larga década de crecimiento a caballo de los dos siglos multiplica la incidencia de unas economías en las demás. La recuperación alemana ayudaría a la economía española, como el crecimiento norteamericano contribuye al alemán y chino. Descalificar ahora la cooperación internacional articulada en torno al G20 y los organismos internacionales sería injusto, si comparamos con crisis anteriores: las de 1929, que llevó a la Gran Depresión de los años treinta, y de 1973, la de la inflación y el encarecimiento del petróleo, que cursó también con una doble Recesión (1974 y 1982) con causas similares. Pero las políticas aplicadas desde el verano del 2008 han sido manifiestamente insuficientes para consolidar la recuperación.

Casi todas las economías desarrolladas han retrocedido estos años, algunas con un alto precio en paro (caso español) y otras con alto riesgo de bancarrota. Este agosto los mercados financieros han asumido la conciencia y el riesgo probable de una nueva recesión, primero en los mercados de deuda soberana, con acontecimientos como la pérdida de reputación y grado de la deuda norteamericana, y después en las bolsas de valores, que han depreciado el precio de las compañías en cuanto los inversores han vendido títulos para mejorar su liquidez y seguridad.

Las respuestas de los gobiernos llegan con retraso, con tibieza y sin fuste suficiente para restaurar la confianza. Es el caso de EE.UU., pero más aun de Europa y más en concreto de España. El riesgo de una nueva Recesión gana enteros con el paso de las semanas para convertirse en una amenaza inminente.