domingo, 21 de agosto de 2011

EE.UU. CAYENDOSE A PEDAZOS!!! Mientras la economía de su nación se deteriora cada vez más, Obama se toma "vacaciones" en una isla de Massachussetts

De vacaciones en Martha's Vineyard

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Obama, Clinton, Kennedy, Lee... Apellidos ilustres buscan en esta isla su refugio estival

Martha’s Vineyard es un lugar común. La isla más grande de la costa sudeste de Massachussetts es un tópico del verano snob estadounidense. Un lugar exclusivo amigo del lino, las bicicletas y los pantalones chinos, pero demasiado mainstream gracias a los Kennedy, los Clinton, los Obama y hasta a «Tiburón», que se rodó allí en 1974 (aunque la isla se llamara Amity). Lo cierto es que en una competencia de exclusividades, la cercana isla de Naptucket, antigua capital ballenera ligada a Moby Dick y anclada en el siglo XIX, como su vecina, es un enclave más del gusto de los millonarios de lista Forbes. Menos de escaparate. Hasta el lujoso buque italiano Andrea Doria tuvo a bien hundirse en 1956 cerca de las costas de Nantucket (y no en cualquier costa) cuando se dirigía a Nueva York.

Martha’s Vineyard también es un lugar común para afroamericanos adinerados. Fue considerada la Riviera Negra. El único sitio donde los negros de clase media podían comprar casas de vacaciones en la primera mitad del siglo XX. Por supuesto, los primeros visitantes negros eran los sirvientes que en el siglo XIX llevaban los acaudalados bostonianos. Muchos empezaron a comprar las cabañas de invitados de sus jefes. Oak Bluffs, la zona donde los Obama fueron la primera vez, se convirtió en su sitio de veraneo. Su población estival era el 50 por ciento negra antes de que Martha’s Vineyard dejara de ser un secreto gracias al accidente de Ted Kennedy en Chappaquiddick, la islita de enfrente. Spike Lee es uno de los afroamericanos tradicionales del lugar. También Diana Ross. Barack Obama, que repite (y ya no en la zona más popular sino en Chilmark, más reservada y protegida) quizá tenga su corazón en Hawai, pero lo deja para el invierno. Martha’s Vineyard es uno de esos «antros» que a las Palin y a las Bachmann les encanta señalar como favoritos de esa élite del Este que desprecian para alborozo de sus seguidores.

Ínsula presidencial

Clinton y Obama no han sido los primeros presidentes en ir a la isla. John Adams estuvo en 1760 en Chilmark cuando todavía no lo era, y Ulises S. Grant fue en 1874 a Oak Bluffs. Los Kennedy son más de la península de Cape Cod, a 114 kilómetros de Boston. De Hyannisport, donde siempre ha estado la casa familiar y desde cuyo porche Rose Kennedy se confundía con la madera de las mecedoras. Pero en la isla también tuvo casa Jackie Kennedy (en Aquinah) o Ted Kennedy. Cuando John-John Kennedy se estrelló en avioneta en 1999 con su mujer y su cuñada, iba a Hyannisport a la boda de su prima Rory, pero pasaba por Martha’s Vineyard para dejar a Lauren Bessette.

En cualquier caso, era un destino habitual de la familia. William Styron, veraneante de Martha’s Vineyard, rememoraba una travesía en el yate «Patrick J» desde Cape Cod a la isla con JFK y Jackie, cuyos «pies bien proporcionados aunque bastante grandes» reposaban sobre el regazo presidencial. Fumaban Partagás de contrabando y bebían bloodymaris servidos por un torpe camarero filipino.

Martha’s Vineyard, con Chappaquiddick, No Man’s Land (a la que Bartholomew Gosnold, el explorador que le dio el nombre, llamó primero Martha’s Vineyard para quitárselo cuando vio una más grande) y las islas Elisabeth comprenden el condado de Duke. Martha’s Vineyard, dividida en Down Island (más popular) y Up Island (más exclusiva) tiene cinco ciudades: Oak Bluffs, Edgartown, Chilmark, Aquinnah y Tisbury. Y cinco faros, todos en el norte. Presidentes aparte, es un lugar de veraneo también de la progresía del show business. Desde el periodista Walter Cronkite a la actriz Tippi Hedren, pasando por Carly Simon, David Letterman, Ted Danson, Bill Murray, Meg Ryan (estos dos en Chappaquiddick), Larry David, Lady Gaga…

El coste de la vida en la isla es un 60 por ciento más alto que en el resto del país. Y en contraste con los veraneantes ricos, el condado de Duke, uno de los más pobres del Estado. Los 100.000 habitantes del verano se quedan en 15.000. «The winter is coming» no es solo la gran frase de las novelas de George R. R. Martin, es también la amenaza de un Martha’s Vineyard fuera de temporada. Tan depresivo es el vacío para su habitantes como la falta de luz para los de Alaska (y sin la posibilidad de una linterna sustitutiva en la frente). Drogas, alcoholismo, violencia doméstica y tentativas de suicidio son comunes a partir de septiembre, cuando Martha’s Vineyard se convierte en calabaza. Esto en La Manga no pasa.