Festín de Rihanna en el Sant Jordi
La cantante se estrenó anoche en Barcelona con una vistosa y agitada actuación, más visual que musical
david morán / barcelona/TOMADO DE ABCE.COMLa de Barbados era la única gran diva del pop, sección coreográfica y suntuosa, que todavía no se ha había estrenado en Barcelona, y en pocos segundos ya había dejado claro que su candidatura al estrellato del pop es tan firme como vistosa. Y es que fueron eso, apenas unos segundos, lo que tardó en sacudirse de encima «Disturbia», mandar a paseo la gabardina y transformarse en una suerte de Wonder Woman de ébano mientras lucía taconazos en una cinta transportadora. Sí, todo a la vez y sin darle tiempo al público a pestañear y no digamos ya a mirar hacia otro lado.
A partir de ahí, la noche siguió al pie de la letra el guión de los macroconciertos ginmásticos con toda su variedad, movimiento y con la cantante poniendo, nunca mejor dicho, toda la carne en el asador. A saber: conato de rebelión rockera con las guitarras filometálicas de «Shut Up And Drive», humeante sensualidad caribeña para «Man Down», coreografías de barra americana para una versión pelín atroz de «Darling Nikki» (Prince), cadenas y cuero erótico-festivo en «S&M», solo eterno de guitarra para rematar «Skin», parafernalia paramilitar y cañón, ejem, rosa en «Raining Men»… Detalles todos que contribuyeron a que lo de la caribeña, bastante justita de voz y opositando sobre las tablas para convertirse en una especia de cruce huracanado de Lady Gaga y Beyoncé, fuese mucho más entretenido de mirar que de escuchar. Será que, en efecto, una imagen vale más que mil palabras.
Porque la caribeña, a cuestas con la gira de presentación de «Loud» ahora que ya publicado un nuevo disco, ofreció un concierto la mar de vistoso y llamativo, con no pocos cambios de vestuario, un generoso cuerpo de baile y plataformas hidraúlicas, que, sin embargo, no hizo más que subir y bajar en lo musical, con «Breakin’ Dishes» y «Run This Town» desfiguradas y el ya inevitable «momento balada» encallado entre «Unfaithful» y «California King Bed». Es cierto que «Rude Boy», «What’s My Name» y, ya en la recta final, «Don’t Stop The Music» y ese hit interplanetaraio que es «Umbrella» caldearon un poco más el ambiente y abonaron la idea de que tanto la cantante como el público se habían dado un buen festín en el Palau Sant Jordi. Lástima que fuese más visual que musical.