Por: Kilssy Méndez/Tomado de Cuatriboliao.net
Para los que hemos cursado
estudios básicos, es casi obligatorio conocer algunas cortas obras
literarias de gran trascendencia para enriquecer nuestro vocabulario,
expandir nuestros horizontes o por el simple hecho de adquirir aquellos
conocimientos que nos ayudan a debatir algún tema en específico.
Muchos
han sido mis escritores favoritos, sobre todo aquellas obras literarias
que te enseñan cómo saber vivir y convivir, siendo quizás esta una de
las enseñanzas con mayor importancia y la cual se obvia en los planes de
estudios de escuelas y colegios, convirtiéndose la vida misma en el
maestro encargado de enseñarnos a punta de errores y tropiezos ¿Cómo se
debe vivir?, llegando finalmente a entender el verdadero significado de
la vida cuando es muy tarde o nos queda muy poco tiempo.
“El
Principito”, “El Coronel no tiene quien le escriba”, “María”, “El
Rinoceronte”, “Crónicas de una muerte anunciada”, “Don Quijote de la
Mancha”, son solo algunas de las más famosas y que alguna vez hemos
leído, siendo esta última una de las preferidas en el gusto popular, por
tener ese factor vivencial con el que nos vamos encontrando a lo largo
de la difícil carrera de la vida.
“Nos ladran Sancho, señal de que
estamos avanzando”; es una de las frases más icónicas de todos los
tiempos y aunque esta no aparece en la obra escrita por Miguel de
Cervantes, sino en la película “Don quijote de la mancha” producida en
1992 por Orson Welles, es una clara evidencia de como en la vida, cuando
más ímpetu y aciertos hacia el éxito lleva nuestro andar, es cuando
ladran con mayor furia nuestros adversarios.
Enemigos gratuitos
llenos de tanta envidia y odio, que les es difícil acertar en proyectos
personales y buscan a toda costa destruir con falsas pretensiones la
iniciativa de progreso de los demás, bestias más llenas de tristezas por
sus fracasos que de odio, o como lo diría Don Quijote: “Las tristezas
no se hicieron para las bestias, sino para los hombres; pero si los
hombres las sienten demasiado, se vuelven bestias”; y no es tratando de
detener las aspiraciones de los demás como la bestialidad de muchos se
elimina, sino involucrándose en proyectos que hagan bien a la sociedad
sin mirar a quien, porque solo así podrán ser reconocidos como tanto lo
ansían, aunque “Nunca será un hombre más que otro, sino hace más que
otro”.