TOCANDO LA TECLA
Se desmembra la Convergencia
LA LUCHA EN EL PRD ES AHORA MAYOR QUE CUANDO TODOS SE DISPUTABAN JUNTOS LAS SIGLAS Y LOS SÍMBOLOS
Pugnas. Los voceros de prensa
del sector disidente del PRD se han ocupado de poner distancia entre
Mejía y Luis Abinader, que evidentemente marcha cada uno por su lado
tratando de ocupar el mismo espacio, estimulados por los resultados de
las últimas encuestas que los emparejan en la carrera por el poder.
César Medina
Especial para Listín Diario
Madrid, España
El viejo adagio español “éramos
muchos en casa… y parió la abuela” parece acoplarse con precisión a la
crisis del Partido Revolucionario Dominicano con la determinación de
Hipólito Mejía de presentarse como candidato presidencial de una
Convergencia que no acaba de nacer, pero ya está dividida en dos
pedazos.
Más errónea aún resulta la
estrategia de seguir descalificándose entre ellos sin prever la
posibilidad de que tengan que encontrarse en una segunda vuelta
electoral para reciprocarse apoyo y poder vencer al candidato del
Partido de la Liberación Dominicana y del gobierno, tarea algo menos que
imposible si continúan separados.
Esta misma semana los voceros de
prensa del sector disidente del PRD se ocuparon de poner distancia
entre Mejía y Luis Abinader, que evidentemente marcha cada uno por su
lado tratando de ocupar el mismo espacio estimulados por los resultados
de las últimas encuestas que los emparejan en la carrera por el poder.
En tanto, el sector
institucional que encabeza Miguel Vargas, prevalido de las siglas y los
símbolos partidarios, se encamina a completar el proceso convencional
que culminará con su elección como candidato presidencial con la
esperanza de juntarse con sus compañeros Mejía y Abinader en un eventual
balotaje que no se prevé en ninguna encuesta.
Hipólito el impredecible
Hipólito Mejía leyó unas palabras en televisión la semana
pasada posterior a una campaña de expectativas que montaron sus
seguidores conjuntamente con Luis Abinader y sus voceros pensando que
anunciaría su retiro de la carrera por la candidatura presidencial del
dieciséis.
Pero resultó todo lo contrario.
Las declaraciones del ex presidente crearon mucho más confusión al
referir que su destino electoral dependía de las circunstancias y que
los convergentes que se marchan del PRD tendrán la oportunidad de
escoger al candidato en una elección abierta donde se imponga la
mayoría.
El pasado martes, sin embargo,
improvisó unas declaraciones en medio de un protocolo diplomático en la
embajada de Israel para anunciar que La Convergencia se constituiría en
un partido político y que las listas de adherentes estaban listas para
ponerle nombre y solicitar reconocimiento en la Junta Central Electoral.
Es la misma Junta Central
Electoral que él descalificó en sus declaraciones previas ante el Grupo
Corripio al señalar que adolece de parcialidad y que es necesario
recomponer su membrecía lo mismo que el Tribunal Superior Electoral.
En su columna diaria del Listín
Diario del pasado jueves, el periodista Orlando Gil– considerado el
articulista de mayor notoriedad y credibilidad de la prensa dominicana–,
adelantaba que Mejía descalificó a la JCE cuando le colocó la
banderilla que precede a la estocada del buen matador, “de manera que
con terror de por medio” a ese organismo no le quede más remedio que
validar el nuevo partido político aún en el caso de que no satisfaga
todas las exigencias de la ley.
La lucha de principalía en el
PRD es ahora mayor que cuando estaban todos juntos disputándose las
siglas y los símbolos del partido. Entonces había dos grupos claramente
definidos, el de Miguel y el de Hipólito. Ahora existen por lo menos
cuatro, si se incluye el grupo de Guido que se mueve a lo interno con
singular malicia.
Cuando reina el desaliento
La insurgencia perredeista luce desalentada después que
Hipólito anunció su decisión de continuar en la carrera por el poder
cuando se suponía daría un paso al costado para que Luis Abinader
asumiera la candidatura de ese sector.
Esta semana los medios de
comunicación electrónicos del pepehachismo– en particular su vocero
nodriza de la mañana–, lagrimeaban a raudales por los nuevos
inconvenientes en el sector disidente perredeista que marcha casi seguro
hacia la bifurcación electoral.
Mejía ya ha anunciado que La
Convergencia se convertirá en partido político para acudir a las
elecciones, y Abinader también tiene su partido, la Alianza Social
Dominicana, una vieja entidad partidaria minoritaria fundada por su
padre cuando en circunstancias parecidas se marchó del PRD de Peña Gómez
hace más de 30 años.
Por si le faltara más, el
pequeño partido PDI, de Ismael Reyes Cruz– que desde su creación hace
dos década salta de un lado a otro buscando a quién arrimarse–, anunció
también que se adhiere a Abinader después que firmó hace tres meses un
acuerdo con Vargas Maldonado para apoyar el llamado “Pacto de La
Esperanza” y a pesar de sus vínculos políticos con Hatuey de Camps y su
pasado respaldo al PRSD.
Abinader aparece muy bien
situado en las encuestas entregadas las últimas semanas sobre
posicionamiento electoral, y el pasado lunes anunció en Diario Libre que
su candidatura es innegociable y que bajo ninguna circunstancia
aceptaría ser candidato vicepresidencial “ni de Hipólito ni de nadie…”
Hipólito y Miguel aparecen en
las mismas encuestas en empate técnico muy próximos a Abinader, lo que
indica que la fuerza electoral perredeista está dividida en tres grupos
de similar dimensión pero muy difícil de conciliar.
La ilusión de Hipólito…
El pepehachismo conserva la ilusión de un buen arreglo con
Abinader para estructurar una boleta con posibilidad de forzar una
segunda vuelta electoral y pasar al balotaje. Ese escenario, sin
embargo, favorece más a Abinader que a Hipólito por tratarse de una
candidatura fresca que podría concitar el apoyo de sectores decisivos en
los comicios del 2016.
No obstante, Mejía nunca ha
cerrado la posibilidad de un retorno al PRD a través de un acuerdo con
Vargas en el entendido de que con ello se forzaría el apoyo de Abinader a
través de una fórmula que le de participación en un eventual gobierno
salido de esa alianza.
Esa eventualidad aumenta en la
medida en que se encona la disputa por la candidatura presidencial en el
sector disidente y se evidencia que ninguno de los cuatro grupos en que
está dividido el PRD lograría derrotar al PLD sin importar el candidato
que lleve a las próximas elecciones.
Vargas reitera con sus hechos
que nada lo detendrá en su propósito de ser candidato presidencial de su
partido, para lo cual cuenta con el prestigio y la tradición que le
otorga la simbología perredeista, el arraigo de ese partido en los
segmentos más pobres de la sociedad y su posicionamiento en municipios y
provincias que se disputarán casi cinco mil puestos electivos.
De hecho, mientras el tiempo
corre y los disidentes tratan de lanzar un nuevo partido e inician una
lucha de principalía por la candidatura presidencial, los perredeistas
están aspirando a posicionarse para su convención eleccionaria de julio y
agosto y ganarse las candidaturas a senadores, diputados, síndicos y
regidores.
El proceso convencional del PRD
se ha detenido por un tecnicismo legal a propósito de una sentencia del
Tribunal Superior Electoral que dispuso entregarle a la candidatura
disidente de Gómez Mazara los padrones provinciales con suficiente
tiempo para poder estructurar su campaña…
Ese inconveniente ha sido
resuelto, aunque Gómez Mazara no acepta como válido el padrón
estructurado por la dirección perredeista por considerarlo excluyente y
consecuentemente viciado. Está claro que el tema terminará también en lo
contencioso.
La ilusión de Abinader
Luis Abinader está ilusionado en la renunciación pura y simple de Hipólito Mejía… Como si el liderazgo político haya sido alguna vez materia de heredad. De serlo, habría él, Luis, heredado el liderazgo de su padre, el distinguido profesor José Rafael Abinader, no el de Hipólito.
Su razonamiento no alcanza a
comprender que a su edad le queda un largo camino por recorrer, que
cuando Hipólito tenía esos años comenzaba a hacer vida pública como
secretario de Agricultura y que para entonces él, Luis, compartía aula
de primaria en el colegio Loyola con Felipe, el tercer hijo de Mejía.
Su potencialidad política no
puede medirse, pero en un mercado electoral de tanta precariedad, Luis
Abinader tiene un futuro asegurado… Siempre que no se precipite y tire
toda la carne al asador sin tener control del fuego.
La ilusión de Miguel
Miguel Vargas estaba preparado para la salida del grupo
disidente. De hecho, los trabajos organizativos de la convención ha
excluido por completo no sólo a la gente de Mejía sino también a los
seguidores de Abinader.
Su ilusión es similar a la de
Mejía en el sentido de que corriendo separados ambos podrían acumular
suficiente apoyo individual como para forzar una segunda vuelta
electoral en el dieciséis para confluir en un gran acuerdo que pueda
derrotar a los peledeistas que probablemente desplegarán su mejor
artillería con Leonel Fernández de candidato.
Ninguna encuesta conocida, sin
embargo, plantea la posibilidad de una segunda vuelta electoral. Si el
candidato fuera Leonel, ganaría a cualquiera de los tres aspirantes
perredeistas… Y si fuera Danilo Medina en procura de continuar en el
poder, la ventaja sería abrumadora a partir de su popularidad ascendente
en los estratos más bajos de la población.
Al Partido Revolucionario
Dominicano sólo le queda la alternativa de la unidad para ponerse al
frente de un frente opositor de amplio espectro que haga nacer en la
gente la ilusión de un cambio después de tres períodos seguidos de
gobiernos peledeistas.
¡Pero tal posibilidad no deja de ser simplemente una ilusión…!