Por Frank Jiménez/Tomado de El Biran NY
Para jugar pelota en el barrio
donde crecimos, mi barrio de la calle María Trinidad Sánchez a orillas
del Rio Birán, la muchachada de finales de los 60’S, solamente teníamos
que salir a la calle de tierra, piedras y gramas como era en esa época,
poner dos cartones como base, buscar un bate hecho de cualquier pedazo
de madera y construir un pelota de “media”, si… así como suena, hecha
con una “media de vestir”.
En mi casa se desaparecían las
medias por arte de magia, las peloticas de mi hermana “jugar jazz”, el
hilo y las agujas de mi madre coser y uno que otro pedazo de tela para
hacer la bola mas grande. De los muchachos del barrio algunos eran
especialistas en hacer una pelota de media (Callao), ya que la técnica
que utilizábamos era simple, en base al amarre de la media, luego
rellenar la pelotica “polin” de “jazz” con tiras y una capa de hilo bien
apretada para que rebote bien.
Hacíamos un team a “mano pela”
entre los muchachos del barrio de la época: Rubén (Paipita), los
hermanos Rubén (Yaventu), Manen y Nequin, Callao y Alfredo, Talua, los
muchachos de los barrancones, etc.
Jugamos pelota de diferentes
maneras, entre ellas pichando duro o pichando “guevita” (bola suave) a
los que también le llamamos “desafío”, con guantes a los que le
llamábamos “trocha” que eran hechas de tela de lona de camión rellena de
guata, un invento de los que no tenían algún guante viejo, también al
“apotemao” que era haciendo el “out” con un pelotazo, mayormente con
mala intención. Casi siempre estos encuentros terminaban con un chapuzón
en el refrescante Rio Birán.
En ese entonces la pasábamos
bien entretenidos en cada despedida de la tarde y hasta los mayores se
acercaban a la galería de sus hogares para vernos jugar y hacerse los
fanáticos con la excepción de Doña Rafaela Florian de Suero (Machunga),
una señora de una sonrisa agradable, bonachona y carácter volátil,
celosa de su entorno, pues no podía caer una pelota en el techo o el
patio de la casa, ya que la confiscaba, lo que era el final del juego.
Doña Machunga, era esposa del afable Don Antonio Suero (Toñito), padres de Faella, La Mella y Sandrita.
Cuando una pelota caía en el
zinc o en el patio de Machunga, ella mandaba a buscar la pelota y luego
salía a su galería y frente a nosotros con un filoso cuchillo, partía en
dos mitades y luego la tiraba con desden, sin importar los ruegos de la
muchachada para que no lo hiciera con la promesa de iríamos a jugar a
otro lado.
Debo confesar que cuando esto
pasaba, los muchachos eran rencorosos y buscábamos la manera de vengar
esa osadía y en las noches nuestra venganza se hacia realidad cuando en
la oscuridad de un apagón establecido entre las 7 y las 9 de la noche,
lanzábamos una lluvia de piedras desde el patio de mi casa, sin que mi
vieja se diera cuenta de la travesura que hacíamos, porque eran amigas,
también le dejábamos caer varios “huevos hueros” en la galería que no
había esencia de “creolina” que quite el desagradable olor, mientras
nosotros saboreábamos nuestra venganza en la oscuridad de la noche.
La verdad es que con cariño
recuerdo a Doña Machunga (EPD), con mucho respeto, mujer ejemplar y
vecina solidaria, bonachona cuando no la provocaban por su rectitud, a
la que le gustaba comprar todo tipo remedios de esos que promocionaban
embaucadores en la guagüita anunciadora que visitaban el barrio, no
había tónico reconstituyente, antigripal, botella de la suerte, agua de
florida, etc. que no le comprara.
Como no recordarla… tenia un
patio grandísimo lleno de arboles frutales y una crianza de “ricas
gallinas y patos mágicos”… claro, lo de gallinas y patos mágicos es
porque “no se que le pasaban”, desaparecían por arte de magia… Y por
casualidad era precisamente cuando nos inventábamos “unos cocinaos en
palito seco”….bueno, algunos de los muchachos del barrio deben sentirse
arrepentidos, claro…también que escribe.