2015: definiciones electorales, retos institucionales y económicos
Por Juan Bolívar Díaz
La elección de candidaturas
presidenciales para el 2016 marcará la primera mitad del año que
comienza, que trae importantes retos institucionales y económicos para
la sociedad y para el gobierno de Danilo Medina que agotará su último
año completo
Por Juan Bolívar Díaz
El 2015 será de definiciones
políticas con miras a las elecciones generales del año próximo, con
importantes retos para la democracia, tanto en el Partido de la
Liberación Dominicana (PLD) de gobierno como en una dispersa oposición
llamada a demostrar capacidad de reagrupación y concertación para
orquestar una alternativa política.
Para el gobierno este será su
último año completo por lo que el presidente Danilo Medina tendrá que
apurar el paso en realizaciones que afiancen su liderazgo nacional y
partidista, con el desafío de evadir el desbordamiento fiscal que ha
caracterizado los períodos preelectorales y afrontar demandas salariales
y de servicios.
Un año preelectoral
El 2015 se define como un año
preelectoral, lo que en la historia del país implica un desbordamiento
del gasto gubernamental, no sólo por el interés partidista electoral,
sino también por ser el último año completo del período presidencial. En
este caso el presidente Medina está compelido a mantener la disciplina
fiscal que ha reducido los déficits crónicos heredados, para preservar
uno de sus más apreciados éxitos.
Más bien tiene el desafío de
impulsar una real austeridad y racionalidad como se anuncia en la
escandalosa nómina de Relaciones Exteriores, lo que debe extenderse a
organismos inoperantes como el Instituto de Estabilización de Precios o
la Corporación de Empresas Estatales.
Pero lo que marcará desde ahora
la atención nacional será las definiciones de candidaturas
presidenciales, especialmente en el PLD donde desde hace año y medio
cinco dirigentes se disputan la nominación. La tradición señala la
votación primaria con un año de anticipación a los próximos comicios.
El primer desafío será reunir la
Comisión Política para oficializar un calendario de la elección
primaria y luego el Comité Central que deberá validar las
precandidaturas. Este organismo no se reúne desde finales de enero del
2014, justo cuando fue ampliado en lo que se estimó una victoria del
danilismo sobre el predominio que había mantenido el expresidente Leonel
Fernández.
En la oposición todo está por
definirse. Las encuestas indican la posibilidad de que el nuevo Partido
Revolucionario Moderno (PRM), fruto de la reciente división del Partido
Revolucionario Dominicano (PRD), y una anunciada Convergencia de grupos
puedan encarnar una alternativa, pero aún no acaba de constituir sus
organismos de dirección y ni siquiera un padrón de miembros para elegir
candidatura, lo que han anunciado mara fines de marzo.
En lo que quedó del PRD ya fue
proclamado candidato presidencial Miguel Vargas Maldonado, sin previa
convocatoria y en violación de la ley electoral y su propio estatuto, lo
que ha contribuido a un escaso impacto.
Todo el proceso tiene
interrogantes en un arbitraje controlado por el partido de gobierno,
tanto en la Junta Central Electoral como en el Tribunal Superior
Electoral, lo que ya el PRM y la Convergencia han denunciado, y sin que
se apruebe la Ley de Partidos y ni siquiera se haya debatido la
pendiente Ley Orgánica del Sistema Electoral.
Leonel otra vez
Las perspectivas apuntan a una
nueva postulación del expresidente Leonel Fernández, quien busca
firmemente un cuarto período presidencial. impulsado por un liderazgo
nacional y partidario que sólo el presidente Medina puede contestar. Por
los niveles de cuestionamiento, rechazo y hasta temor que inspira un
doctor Fernández adicto al poder, su candidatura podría ser un gran
incentivo para la conformación de un frente opositor, pero como eso es
hasta hora una simple aspiración, él seguirá afianzándose, impulsado por
la gratitud de un partido que bajo su rectoría ha ganado las últimas
cinco elecciones generales.
Sólo el nuevo liderazgo del
presidente Medina podría disputarle la candidatura. En primer lugar si
pudiera él mismo ser candidato, para lo cual tendría que mediar una
reforma constitucional, imposible sin el concurso de Fernández, o si
decidiera jugárselas todas apoyando abiertamente otro de los
precandidatos.
Esto tiene la dificultad de que
ni el secretario general del partido, Reinaldo Pared Pérez, ni los
ministros Temístocles Montás y Francisco Javier, ni Radhamés Segura han
logrado alcanzar siquiera un 5 por ciento en las preferencias
electorales de las encuestas.
Medina pudiera jugar a
reivindicar los principios fundacionales del PLD y al no retorno de una
gestión que en la práctica ha cuestionado, profundizando
rectificaciones, para lo cual tendría que apoyar a Montás, que es quien
está más cerca de ello. Pero hasta ahora ha optado por la neutralidad,
consciente de sus limitaciones constitucionales, del liderazgo de Leonel
Fernández, y de los riesgos de una división. Se cree que ejercerá sus
poderes para llevar una buena cuota de sus leales a posiciones
legislativas y municipales que le permitan mantener su liderazgo en el
PLD y garantizarse la candidatura del 2020, con o sin el partido en el
gobierno.
Entre Hipólito y Abinader
En la oposición todas las
encuestas apuntan hacia Luis Abinader e Hipólito Mejía como alternativa,
y más lejano a Guillermo Moreno, a quien la JCE mantiene congelada,
desde hace año y medio, la solicitud de reconocimiento para su partido
Alianza País. Max Puig mantiene vigencia por un vigoroso discurso,
seguido de Eduardo Estrella, mientras Hatuey de Camps es visualizado
como un posible orquestador de un frente opositor. Minou Tavarez
Mirabal, un símbolo nacional, promete un nuevo partido, ya contra el
tiempo.
Cualquiera que encarne la
oposición tendría que buscar una amplia concertación de fuerzas,
imprescindible para vencer la inmensa maquinaria de poder que ha
constituido el PLD, con el control del gobierno, el Congreso, la
Justicia y los organismos electorales. La reducción de la votación del
PLD en más de 199 mil votos en el 2012 es un indicador de que no es
invencible. Alcanzó el 51 por ciento gracias a una docena de aliados y
un derroche fiscal sin precedente que ahora no podrá repetir.
Pero el primer desafío de la
oposición es que el PRM logre pasar la prueba de la elección democrática
de su candidato, sin repetir los arrebatos perredeístas, y desarrolle
la capacidad de concertar la Convergencia opositora para elegir los
candidatos a más de cuatro mil cargos a disputarse en mayo del 2016.
Abinader, en ascenso en las encuestas, y con escaso margen de rechazo,
sería más abarcador, pero falta ver el efecto del lanzamiento formal de
la candidatura de Mejía, anunciado para estos primeros días del año.
Los desafíos económicos
No menores son los retos
económicos, el primero evitar el desbordamiento del gasto público, con
un presupuesto nacional ya altamente deficitario. El Centro Regional de
Estrategias Económicas Sostenibles estima que el déficit del sector
público no financiero alcanzará casi 99 mil millones de pesos, enmarcado
“dentro de un modelo que busca el progreso económico a partir del gasto
público deficitario que produce cada vez mayor endeudamiento público.
Como nos enseña la historia, ese tipo de estrategia es insostenible y, a
la larga, perjudica en mayor proporción a los más necesitados”.
Para el gobierno luce difícil
alcanzar el objetivo del pacto fiscal, y no tiene a la vista ingresos
extraordinarios como los del año pasado por venta de empresas
extranjeras, pero tendrá presiones por mejoramiento de salarios,
pensiones y contribuciones, de la mayoría de empleados que trabajan,
como los de educación y salud, arrastrados por las negociaciones para
elevar los salarios privados, que arrancan este mes.
Con un gasto de capital que se
reduce en 20 por ciento y alcanza apenas al 15 por ciento del
presupuesto, tendrá dificultades para afrontar las demandas de
mejoramiento de servicios, mantenimiento de infraestructuras y
prioridades comunitarias que crecen al compás de las campañas
electorales.
Otros retos importantes
La nación y la justicia tienen
por delante retos como poner fin a la impunidad de la corrupción, y la
primera prueba será el pesado expediente del ministerio público para
procesar al senador Félix Bautista, y la investigación de Víctor Díaz
Rúa, ambos alcancías del expresidente Fernández, en manos de una Suprema
Corte bajo su control.
Para detener el deterioro
institucional el gobierno deberá expedir los reglamentos de las leyes de
Administración Pública y de Regulación Salarial del Estado, con dos y
medio y año y medio, respectivamente, de promulgadas. También tendría
que hacer cumplir la Ley 169-14 que devuelve la nacionalidad a los
excluidos por la sentencia 168-13 y desarrollar un esfuerzo para
rescatar el Plan Nacional de Regularización de Extranjeros, como paso
fundamental para empezar a controlar el desbordamiento inmigratorio.
Debería privilegiar el pacto eléctrico y el financiamiento de las
mega-plantas en las que ha cifrado el mejoramiento de los contratos con
los generadores y el paliativo de la crisis energética.
Para la sociedad civil los retos
son abandonar la resignación y la frustración, reclamar el Estado de
Derecho y la equidad social y, sobre todo rescatar la ilusión de que sí
podemos mejorar la institucionalidad democrática.-