Wendy Santana de Franjul Santo Domingo/Tomado de Listin Diario
El
piqueteo de una pelota de básquetbol y la algarabía de quienes quieren
demostrar que son más diestros que los demás en una cancha deportiva fue
la música de fondo durante esta entrevista de dos horas al pintor Ramón
Oviedo, en la que en vez de desnudar artísticamente a la figura humana,
como lo ha hecho durante medio siglo, lo hizo consigo mismo.
Reconocido
internacionalmente por la intensidad de sus obras, cargadas de fuerza
temática, sensualidad y rebeldía social, contestó la primera pregunta
diciendo que la gente no puede pretender ser grandioso opacando al otro
para sobresalir, sino demostrando que realmente tiene talento o
habilidades, como ocurre en los deportes.
La
pregunta era: ¿¨Qué ha pasado en la plástica dominicana durante los
últimos 50 años?. El argumento de su respuesta fue que en el campo del
juego es que se sabe quién es quién, haciendo el alusión al sudor de los
muchachos que frente a su casa se entrenaban para ser grandes aunque la
sed los maltratara, las piernas les gritaran cansancio y su t-shirt no
aguantaran más agua salada del cuerpo.
Cinco
décadas de arte plástica dominicana fueron resumidas por este maestro
que transita ya por la puntilla de la colina, como una época de mucha
prosperidad para los artistas plásticos dominicanos al generar, muchos
de ellos, la admiración de personas de todo el mundo que se concentraron
en la creatividad natural y espontánea, sin tomar en cuenta la
rigurosidad de las academias y los modelos impuestos por los profesores.
Oviedo
es un abanderado de que con el arte se nace y que ninguna persona puede
pretender ser artista si no lo es y mucho menos planificar cómo
convertirse en un genio creativo inventando sistemas, métodos y teorías a
la espera de ser reconocido como tal. Con el lenguaje habitual de un
artista señala que ese mismo principio se puede aplicar a todos los
oficios.
“El
verdadero artista plástico puede saber lo que va a hacer cuando está
frente a la tela para pintar, pero jamás sabe lo que le va a salir y esa
es la esencia no sólo de la pintura, sino de todas las artes. Es algo
espontaneo y natural que sale bien sin estructurarlo, sin medirlo y sin
hacer trampa”, enfatiza.
En
un diálogo franco y abierto con Listín Diario, el maestro de la pintura
autodidacta, de 91 años, dice que nació artista y lo será hasta el
final aunque su fuerza física no le permita trabajar durante muchas
horas como lo hacía antes cuando la vitalidad le corría por las venas y
tenía que expresarla.
No
obstante, aseguró tener la mente clara para contestar todo lo que le
preguntara, incluyendo lo que está bien y lo que está mal, a pesar de
que su audición se ha reducido y de que el sonido estridente emanado de
un juego de baloncesto que se realizaba en un parque frente a su casa,
en la zona oriental de Santo Domingo, y que parecía estar en su mejor
momento, no lo dejaba escuchar bien las preguntas.
UN DATO Pasando balance
Ramón Oviedo criticó duramente el sistema de valorización de las obras
pictóricas y sus autores en República Dominicana cuando se miden por su
sincronización con artistas famosos o con las técnicas descritas en los
libros creadas por una persona en particular. A su juicio lo que hay que
hacer es seguir creando.
Resaltó
como verdaderas figuras del arte a Pablo Picasso, Diego Velásquez y
Alberto Vela Zanetti, al considerarlos auténticos creadores de obras que
por más imitaciones que le hagan siempre habrá algo que las distinga y
destaque como originales. Y respecto al arte como educación, exhortó al
gobierno a explorar donde hay “talentos” para ayudarlos a formarse y a
seguir poniendo en alto el nombre del país.
PINCELADAS Un trozo de su biografía
Ramón Oviedo, nacido en la provincia de Barahona en 1924, fue nombrado
por el Congreso Nacional como “Maestro Ilustre de la Pintura
Dominicana”. Ha ganado importantes premios y reconocimientos nacionales e
internacionales, ente ellos la Orden al Mérito de Duarte, Sánchez y
Mella otorgada por el gobierno dominicano en 1997, y la Condecoración
Chevalier de l’ordre des Arts et des Lettres que emite el Ministerio de
Cultura y Comunicación del Gobierno francés.
Murales
y cuadros son expuestos en diversos museos y foros internacionales, en
colecciones públicas y privadas. Su obra presenta trazos fuertes y
colores que evocan dureza, sordidez, crueldad, pero también humanidad.
La abstracción y expresionismo que en ellas impera componen el mundo
psíquico del hombre con sus abismos y soledades. Es como si algo
quisiera surgir de sus telas y dar paso a un sordo dolor que gritara en
silencio.
Sus
personajes dramáticos denuncian la injusticia social y la realidad
desgarrada de las distintas épocas históricas que les ha tocado vivir.
Ramón
Oviedo es un pintor, muralista, dibujante y grabador dominicano,
considerado el artista que empalma la pintura nacional con los lenguajes
latinoamericanos del siglo XX.
Es
autodidacta, hijo de un cartógrafo Luis Santiago Oviedo y la señora Ana
Rosa Herasme. Estudió fotograbado y cartografía en Panamá. A su regreso
trabajó dibujo publicitario para las más importantes agencias del país.
Se inició en el mundo de la gráfica y emerge como pintor a principios
de la década de 1960.
Diferentes estilos
Desde 1988 Ramón Oviedo refleja en su obra el drama existencial. En las
décadas de 1980 y 1990 retomó el geometrismo y los temas taínos que
iniciara Paul Giudicelli en década de 1950.
En
1998 expuso en la XX Bienal Internacional de Sao Paolo, Brasil, en 1999
en la Maisón de Amerique Latine de París Artspace/Virginia Miller
Galleries de Miami, Florida, EE.UU., en 2000 en el festival de Cagnes
Sur Mer, Francia. Pintó murales en el Museo de la OEA en Washington D.
C., Estados Unidos; en la sede Central de la UNESCO, París, Francia; en
el Banco Central y en el edificio del Congreso dominicano.
¿Cuándo se puede decir que una obra es arte?
Cuando hay consenso sobre su calidad y aceptación. Cuando todos la ven
hermosa, fascinante y muy difícil de hacer se puede decir que sobresale
ante las demás y es sin igual.
¿El talento del pintor se debe a la observación?
El observar lo que nos circunda es importantísimo porque de ahí es que
tiene que salir todo. No puede nadie pretender hacer una obra porque la
quiera hacer, no. Es que lo que salga de su imaginación sea grandioso y
antes de imaginar debe existir alguna fijación real en algo específico.
¿Qué tendencia artística sigue usted?
Yo he hecho de todo, dependiendo el momento histórico en que nos
encontremos, pero soy de la tendencia minimalista que dice que “Menos es
más”. A mí me gusta destacar un elemento dentro de mi obra, que es lo
que quiero decir. Lo demás son complementos.
¿Qué entiende usted por belleza?
Bueno, ahí se forma un tanque porque lo que puede ser hermoso para unos
es un desastre para otros. Por eso es que la gente las compra o deja de
compra un cuadro, según como le impresione. Ahora, el verdadero valor
de la obra está en ser diferente a las demás y eso la hace sumamente
hermosa e impresionante.
¿Cuál es su obra más cara?
El mural que hice en el Congreso Nacional, por el que me pagaron 5
millones de pesos. Más que el bienestar y estabilidad económica que me
produjo ese dinero, yo lo que percibí fue que allí había una persona con
sensibilidad
¿Su pintura ha estado influenciada por algún artista?
Si. Por todos, por los que son artistas y por los que se cotizan bien.
Hoy mismo estaba leyendo un artículo sobre la obra mejor vendida. Costó
80 millones de dólares y nadie sabe explicar por qué.
(Se
trata de la una versión de la pintura “El grito, del pintor
expresionista noruego Edvard Munch, subastada en 119,9 millones de
dólares en la casa Sotheby’s de Nueva York y comprada en sólo 12
minutos, convirtiéndose en un récord. La obra, realizada en 1895 y que
muestra a un hombre agarrándose la cabeza sobre un trasfondo de cielo
rojizo representa la angustia universal. Es la única de las cuatro
versiones del artista que estaba en manos de un particular y que es
considerada en la historia del arte y de la cultura popular como la
segunda de mayor importancia después de la Mona Lisa de Leonardo Da
Vinci.
El arte es el valor que le das a las cosas que te llegan hondo
En la discusión de si las artes plásticas son más valiosas mientras más
añejas se pongan con los años, el reconocido “Maestro de la pintura
dominicana” Ramón Oviedo opina que realmente las obras que han sido
eternamente bellas, impresionantes, impactantes y misteriosas con los
años resultan ser las más apreciadas y costosas en todo el mundo.
Se
declaró admirador número uno de Diego Velásquez, seguidor de Pablo
Picasso y reconocedor del talento de Leonardo Da Vinci al crear una obra
tan enigmática como la Mona Lisa, que parece mirar a las personas que
la observan, aunque está convencido de que todos los lienzos podrían
causar ese efecto si se pensara en eso y se le diera la publicidad que
se la ha dado a la dama idealizada por el pintor italiano.
Al
explicar qué quieren expresar generalmente los artistas cuando plasman
una escena en movimiento, un retrato o un objeto inmóvil, dijo que
posiblemente nada quieran decirles a la humanidad, sino más bien a sí
mismos, si es que son verdaderos creativos del arte.
Y
lo valioso de la expresión artística está -sigue diciendo- en cuando el
observador trata de descubrir el posible significado que tiene y la
mira una y otra vez emocionándose cada vez más en la medida en que cree
llegar al punto máximo de la “supuesta” intención del artista.
Entrando
en el controversial tema de si los pintores o la gente que sueña con
ser famoso, pero que no posee cualidades para ello, optan por
distorsionar la realidad ante su impotencia de plasmar un dibujo casi
exacto de la naturaleza divina o de algo material, Oviedo respira
profundo y piensa dos veces lo que va a decir.
Ya
los jugadores de baloncesto habían concluido el juego al final de esta
entrevista y lo dejaron pensar mejor, por lo que pudo responder con
firmeza, cumpliendo su promesa de que iba a contestar todo lo que se le
preguntara, que eso no es cierto.
“Picasso
tuvo que ir a un espacio público y pintar una obra clásica delante de
la gente para demostrarle que sabía pintar como se entendía que debían
hacerlo los artistas plásticos, y hoy es admirado tanto por sus críticos
como por individuos comunes, no precisamente por las pocas obras
tradicionales que hizo sino por las controversiales que la gente nunca
entendió”.
También
afirma que él no cree en molde pictórico y que bajo ninguna
circunstancia se pueden formar artistas en las aulas con un cuadernillo,
una técnica y unas instrucciones porque eso sería lo mismo que usar un
solo pincel. “Eso se puede con otras cosas, pero no con las artes
auténticas”.
Ramón
Oviedo, quien ha sido inspiración de muchos jóvenes que lo han seguido,
incluyendo su hija Aracelis Oviedo y su nieto Omar Molina Oviedo,
cierra ese tema diciendo que en la vida hay realidades y falsedades y
que en la pintura hay gente que le gusta que le digan la verdad y otras
que prefieren la mentira. En materia de arte se puede ser
desproporcionado si no se tiene talento, pero también si no se puede
decir la verdad absoluta.