Propósito.
El Presidente Danilo Medina se propondría revitalizar el Bloque
Progresistsa, integrado por una docena de partidos minoritarios.
Guarionex Rosa Santo Domingo/Tomado de Listin Diario
El
presidente Medina trata de apuntalar todas sus opciones para 2016, las
políticas sobre todo para complacer a sus aliados del Bloque
Progresista, que alegan han sido ignorados durante los últimos tres
años, y también en la gestión del doctor Fernández.
Medina
tendría que complacer a ese grupo de partidos políticos que no tiene
otra opción que seguir aliado al PLD, para añadir los puntos que podrían
hacer la diferencia en un triunfo de primera vuelta, y sobre todo
legitimidad frente a los incrédulos.
Los
incrédulos están en el país y en el exterior, entre gobiernos y
organizaciones internacionales que están acostumbrados desde que se
iniciaron los procesos electorales en 1962, a que los que pierden las
elecciones, declaran de antemano fraude.
Más
que el presidente Medina, algunos funcionarios han “fallado” con los
aliados. Uno de ellos, quien se atribuye ser el llavero de la residencia
presidencial, botó al hermano de un dirigente aliado. No han valido las
diligencias para que pueda ser repuesto.
Medina
puede llevarse bien con los políticos porque conoce mejor que nadie sus
ambiciones y lo que quieren del Estado; es más difícil lidiar con los
empresarios y conseguir que ellos comprendan “que los bajos salarios son
fuente de desigualdad”.
De
esto último les habló el miércoles el gobernante cuando recibió una
amplia delegación para juramentar al consejo consultivo de la Iniciativa
para la Productividad y la Competitividad Nacional, un anhelo de la
clase empresarial.
Los
empresarios, salvo excepciones que tienen conciencia social avanzada,
regularmente se oponen a los aumentos salariales, a la mejoría de la
condición de vida de sus trabajadores y al alivio de las zonas donde
viven y están sus clubes de recreación.
En
tres años a punto de cumplirse, Medina ha convencido a los empresarios
de que puede garantizar sus intereses, respetar las reglas para el
incentivo de los negocios y celebrar con ellos por sus ganancias,
expuestas voluntariamente en los informes.
Bajo
Medina el empresariado no puede quejarse de la largueza del régimen,
que ha ofrecido los incentivos aún más allá de lo posible, aunque ello
acarree críticas de sectores que pudieran verlo demasiado a favor del
sector y menos de trabajadores y consumidores.
Con
el sostén de esas premisas, se diría que el presidente tiene suficiente
calidad moral para reclamar por los trabajadores, que son el grueso de
quienes aprueban ampliamente su gestión según dicen las encuestas, pero
que alegan no ser beneficiados.
Revivir el Bloque Progresista
Medina se propondría revitalizar el Bloque Progresista, que integra una
docena de partidos minoritarios. Para la campaña del 2016 se cree que
tendrá la notable ausencia del Frente Nacional Progresista, cuyos
dirigentes renunciaron del gobierno en abril pasado.
La
compensación que tiene para Medina esa salida es el ingreso como
aliados del Partido Revolucionario Dominicano y el Partido Reformista
Socialcristiano, el último de ese dúo en una brega de dirigentes que se
estima terminará de acuerdo con el régimen.
El
aporte electoral que ofrece el PRD no parece posible contabilizarlo
simplemente; fue en un momento el partido más importante del país en
tiempos de su líder doctor Peña Gómez, el dominador de las calles, y
gobernó en 1978-1986, y 2000-2004.
De
sus viejos líderes solamente sobrevive el expresidente Hipólito Mejía,
gobernante en ese último período. Desde la fecha, el PLD, con el doctor
Fernández y Medina, ha mantenido firmemente el inquilinato del Palacio
Nacional.
El
PRD se dividió definitivamente en agosto del año pasado con la
fundación del Partido Revolucionario Moderno, que tiene como líderes al
expresidente Mejía y al actual candidato presidencial Luis Abinader,
quien disputará el puesto al presidente Medina.
Ganar con mayoría
Aunque Medina crea que ganará las elecciones en primera vuelta frente
al opositor PRM y un pequeño bloque opositor todavía en ciernes, su
empeño radica en obtener una vasta mayoría, una baja abstención y
agrupar el mayor número de partidos.
Con
una crisis diplomática con Haití que va para largo, el gobernante
reeleccionista entendería que un triunfo con el respaldo de la mayoría
de los partidos del país le dará significado de legitimidad frente a las
sospechas de que pudiera haber abuso del estado.
El
presidente se enfrenta al descreimiento nacional ante los políticos,
que se estima van a los puestos a buscar beneficio para ellos y, si
sobra, para la militancia. Contra esa percepción es poco lo que puede
hacer porque sus adversarios lo acusan de lo mismo.
Medina
tiene el tema de la corrupción en la Administración Pública que no ha
disminuido según los críticos. Recientemente despidió al director de la
Oficina de Obras del Estado, Miguel Pimentel Kareh, y a Pedro Corporán,
director del Instituto de Cooperativas.
Los
dos fueron mencionados en casos escandalosos de corrupción. No se sabe
si por propia iniciativa o mediante alguna institución, esos casos
llegarán a los tribunales. Pimentel Kareh tiene uno pendiente y Corporán
una querella de la cooperativa Coofalcondo.
Los
cínicos se burlan de la noción dominicana de que los funcionarios que
cometen actos de corrupción simplemente son destituidos, una queja
compartida en los países de Centroamérica donde el reemplazo no llega
hasta las “caletas” que albergan en residencias y apartamentos los
beneficios de negociados imposible de colocar en certificados y cuentas
bancarias.
Se
trata del mismo caso de los narcotraficantes y lavadores de activos que
son condenados por los jueces a penas benignas, conmutadas por
cumplimiento parcial y mandados a sus casas. Con la vergüenza perdida en
el país y el enriquecimiento como fin, hacen buen negocio.
((Aunque
Medina crea que ganará en primera vuelta frente al PRM y un pequeño
bloque opositor, su empeño radica en obtener vasta mayoría, baja
abstención y unir a más partidos.