Sobre las alianzas electorales
FLAVIO DARÍO ESPINAL/Tomado de Diario Libre
Durante
un buen tiempo, algunos de los dirigentes del Partido Reformista Social
Cristiano (PRSC) expresaron que esa organización política trillaría su
propio camino con miras a las elecciones de 2016.
Aunque poca gente lo
creyó, se vio una posibilidad, si bien remota, de que ese partido
desarrollara una estrategia de mediano y largo plazo tendente a
reconstruir su propia fuerza política. Sin embargo, su sorpresiva
decisión de ir aliado al Partido Revolucionario Moderno (PRM) en las
próximas elecciones dejó atrás, una vez y por todas, el llamado “camino
propio”, con la agravante de que esta decisión lo conduzca a su
autodestrucción.
A
primera vista, la alianza PRM-PRSC parecería que traerá ganancias para
ambos partidos. El primero consigue la importante casilla tres en la
boleta electoral para colocar la foto de su candidato presidencial,
mientras que el segundo salió con una cantidad de candidaturas (12
senadurías, 50 diputaciones y 50 alcaldías, algunas sujetas a validación
mediante encuestas) que nadie pudo imaginar que podía conseguir en una
alianza con cualquiera de los dos partidos más fuertes del sistema
electoral.
Los
problemas de esa alianza, sin embargo, son mucho mayores que las
ventajas. El primero es que la dirigencia reformista aprobó –no está del
todo claro si con el visto bueno del PRM- que en febrero de 2016
realizaría una encuesta para determinar si el candidato presidencial de
esa alianza electoral será del PRSC o del PRM, lo que obviamente pone en
entredicho la candidatura presidencial de Luis Abinader, cuando lo que
debió ocurrir fue que el PRSC expresara su respaldo a este último como
primera condición de esta alianza.
El
segundo problema es que el PRM dio muestras de una debilidad crónica al
ceder 12 candidaturas al Senado a un partido que tiene años sin una
presencia mínimamente relevante en esa cámara legislativa, y no ha hecho
nada para ganarse ese espacio en una alianza electoral con el segundo
partido más fuerte del país. El tercer problema es que el PRM encontrará
el año nuevo sin haber definido sus candidaturas en todo el territorio
nacional, lo que le quitará tiempo y energía con apenas cuatro meses por
delante para las elecciones. Y el otro problema es que si el PRM tiene
como estrategia –como parece el caso- hacer que se produzca una segunda
vuelta ante la improbabilidad de un triunfo suyo en primera vuelta con
más del 50%, esta alianza con el PRSC le asegura al PRM que Guillermo
Moreno y Alianza País no apoyarán su candidatura ni en primera vuelta ni
en una eventual segunda vuelta, lo que dejará al PRM sin opciones de
crecimiento para derrotar al PLD en caso de una segunda vuelta.
En
lo que concierne al Partido de la Liberación Dominicana (PLD), este
sale de sus primarias internas con su imagen sensiblemente afectada por
los hechos de violencia que se produjeron en varios puntos del país. El
comentario generalizado ha sido que el PLD ha dejado de ser el partido
ordenado y disciplinado que fue durante tantos años y que lo
diferenciaba de manera palpable de los otros partidos grandes del
sistema político dominicano. Las declaraciones del Presidente y del
Secretario General de este partido a mediados de semana en el sentido de
que someterán a la justicia a los culpables de estos hechos es un paso
en la dirección correcta, pero es obvio que el PLD tiene que hacer mucho
más para recomponer su imagen ante el electorado.
No
obstante estos problemas, el PLD tiene la ventaja de que al amanecer
del nuevo año tendrá sus candidaturas definidas en todo el territorio
nacional, incluyendo las pactadas con su principal aliado, el Partido
Revolucionario Dominicano (PRD), y estará listo para empezar con bríos
su campaña electoral. El triunfo de Abel Martínez en Santiago de los
Caballeros, aún con los problemas que tuvo ese proceso, coloca al PLD
incluso ante la alta probabilidad de ganar la alcaldía de esa ciudad, lo
que sólo ha logrado en una oportunidad en las elecciones de 1990. Por
otro lado, sin embargo, la trágica muerte de Juan de los Santos plantea
el reto político de reemplazarlo con una candidatura que, como la de él,
garantice el triunfo del PLD en esa importante plaza electoral.
Otro
factor a considerar es la unidad interna del PLD. No hay dudas de que
las tensiones entre las corrientes que encabezan el presidente Danilo
Medina y el expresidente Leonel Fernández han sido las más fuertes en
ese partido en mucho tiempo, pero si el bloque opositor está contando en
su cálculo electoral con una división de ese partido o con un torpedeo
solapado por parte de Fernández a la candidatura de Medina se
encontrarán al final del camino que los números no le darán. Todo parece
indicar, entonces, que las condiciones están dadas para que ese partido
y sus aliados entren en la última fase de la campaña electoral
compactados alrededor de la candidatura de Medina, quien seguro se hará
acompañar de nuevo por la vicepresidenta Margarita Cedeño de Fernández,
con lo cual se garantiza la unida de ese partido de caras a estas
elecciones.
En
política, sin embargo, nada se determina a priori ni de manera
inevitable. La misma está siempre marcada por las contingencias y los
imponderables de una actividad en la que los conflictos y las
contradicciones son consustanciales a la misma, y en la que incluso
elementos aleatorios e imprevistos pueden cambiar el rumbo de una
campaña electoral. No obstante, en este cierre de año, a menos de cinco
meses de las elecciones, ese es el cuadro que presentan las alianzas
políticas en torno a los dos polos que encabezan el PLD y el PRM.