Interpretando las encuestas FLAVIO DARÍO ESPINAL/Tomado de Diario Libre
Luego
de una pausa más larga de lo habitual en tiempos electorales, ha
comenzado de nuevo la temporada de las encuestas, las cuales,
curiosamente, son tratadas en el país, no como herramientas de
información y trabajo, sino como parte del debate político en el que se
dedica más tiempo a cuestionar quién las auspicia, quién las coordina y
quién las publica que a analizar con objetividad sus resultados.
Ni
siquiera las encuestas acreditadas a través del tiempo se salvan de este
tratamiento, lo que crea un ambiente de suspicacia y descreimiento
frente a las encuestas hasta que las elecciones se encargan de poner las
cosas en su lugar.
La
primera encuesta que salió en el inicio del año electoral fue la MP
Mark Penn, la cual registra una intención de voto a favor de Danilo
Medina de 57.3% contra el 27.4% a favor de Luís Abinader, lo que
representa un diferencia neta de treinta puntos entre el primero y el
segundo candidato. El restante 15.3% se distribuye entre los demás
aspirantes a la presidencia, incluyendo un 4.2% que no sabe por quien
votará. Dos semanas más tarde la encuesta ASISA registra una intención
de voto de 54.8% a favor de Danilo Medina, mientras que el 38.6% lo hace
a favor de Luis Abinader para una diferencia de 16 puntos. Esta última
encuesta solo deja algo menos del 7% para ser distribuido entre los
demás candidatos, incluyendo 2.9% que no respondió.
El
candidato del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) aparece en
estas dos encuestas con una cómoda ventaja frente al candidato del
Partido Revolucionario Moderno (PRM), aunque la realizada por ASISA le
otorga a este último algo más de diez puntos por encima de lo que
registra a su favor la Mark Penn. El porcentaje de indecisos que aparece
en estos dos sondeos de opinión es bastante bajo, por lo que, de ser
así, la candidatura de Luís Abinader tendría muy poco margen para
crecer, descartando el escenario de una segunda vuelta en las elecciones
de este año.
Ambas
encuestas, especialmente la MP Mark Penn, han sido cuestionadas por
diversos sectores alegando parcialidad en las mismas, deficiencias
metodológicas o contradicción en sus números. El tiempo dirá si estas
encuestas reflejan o no el verdadero sentir del electorado. En cualquier
caso, vale la pena examinar algunos de sus resultados que han sido
objeto de cuestionamiento por algunos círculos políticos y de opinión
pública.
Uno
de los alegatos que se ha planteado es la amplia ventaja que la
encuesta le da a Medina no se corresponde con el alto porcentaje -68.1%-
que dice que la economía del país va en la dirección equivocada. Se
argumenta que no es posible que si la población tiene esa valoración tan
negativa de la economía la intención de voto a favor del candidato a la
reelección sea tan elevado.
En realidad, contradicciones de este tipo
suelen suceder con mucha frecuencia, pues la intención de voto no se
define exclusivamente en función de la percepción de la población sobre
la dirección que lleva el país en materia económica. Más aún, en este
caso más bien llama la atención otro tipo de contradicción que se
refleja en la valoración de los aspectos económicos, es decir, mientras
un alto porcentaje de los encuestados dice que la economía va en la
dirección equivocada, cuando estos identifican los principales problemas
del país, aquellos que se refieren a la situación económica aparecen
con porcentajes bastante bajos: 12.4% señala el costo de la vida, 10.7%
la falta de empleos, 2.2% la disminución de la calidad de vida, 1.3% los
bajos salarios y 1.2% los apagones.
El único problema que aparece con
un porcentaje notoriamente alto es la criminalidad y la delincuencia con
un 45.5%, lo que da a entender que el sentir de la población respecto
de los problemas económicos no es tan catastrófico como podría parecer a
primera vista.
Hay
otro resultado que contrarresta el alto porcentaje que piensa que la
economía va en la dirección equivocada y que puede ser la clave para
entender la alta simpatía que registra Danilo Medina.
Cuando se le
pregunta a los encuestados sobre la valoración de la gestión del
presidente Medina, estos otorgan un 78.6% entre buena y muy buena,
mientras que solo el 19.9% dice que está mala o muy mala. De ser así, la
consigna principal del candidato del PRM: acabar con la “pesadilla
peledeísta” no encontrará condiciones de recepción fuera de los sectores
más radicalizados en contra del gobierno y del PLD, pues una imagen de
este tipo sólo puede tener resonancia en un contexto en el que la
población vive situaciones de desesperación manifiesta producto de la
hiperinflación, la devaluación y la escasez, por ejemplo, como fue el
caso de la etapa final del gobierno de Hipólito Mejía en la que caló la
consigna “E’ pa’ fuera que van”.
En cambio, en las circunstancias
económicas y políticas que vive el país –estabilidad, crecimiento, baja
inflación, alta favorabilidad del Presidente- una oposición efectiva
necesita otro tipo de discurso y de imagen política que el principal
candidato opositor no ha sabido construir.
Es
cierto que no todo es color de rosa para el PLD de cara a las
elecciones del 15 de mayo: conflictos internos agudos, muchas
candidaturas congresuales y municipales desgastadas, algunos problemas
sociales apremiantes, entre otros. Sin embargo, la cuestión está en
saber si estos problemas –algunos de los cuales, vale decir, ocurren
también en el PRM y otros partidos- son suficientes para crear las
condiciones que hagan posible un cambio político en las elecciones de
este año.
A la luz de lo que acontece hoy, la respuesta es que no, mucho
menos con una oposición fragmentada, sin discurso político eficaz, sin
una propuesta programática atractiva y sin la capacidad de convencer a
la mayoría de que lo que ofrece es superior a lo que existe.