Orlando Gil/Tomado de Listin Diario
PEONES
DE OCASIÓN.- Leonel Fernández y Danilo Medina se resisten a la faena de
sus opositores, a constituirse en peones en un ajedrez ajeno. Sus
adversarios quisieran, que si no se dividen, por lo menos pierdan fervor
el uno por el otro, como forma de debilitar sus fuerzas, que de
conjunto son -hasta ahora- imposibles de vencer.
El
propósito, la apuesta, la espera, en nada puede considerarse novedad.
Lo que se quisiera ahora de Fernández, en el 2016, se consideró probable
de Medina, en el 2008: que hicieran causa común con el enemigo, bajo la
falsa perspectiva de que el fracaso de uno sería de provecho para el
otro. Así, se apostó a que Fernández no acudiría a la cita del pasado
domingo, y que ese desplante sería el acto inicial de un rompimiento
político y personal que abriría de par en par las puertas a la
oposición. Sin embargo, no se dio. Fernández acató la disciplina de
partido, se acogió al espíritu de cuerpo, y a la vista de todos los
interesados la familia se mantiene unida, e incluso proclama unida.
Ahora se busca un periquito por aquí, y otro por allí, pero lo
importante, o lo principal, fue que se llenó la expectativa de su
presencia. Y por si hiciera falta, Medina compartió la gloria. Le
reconoció méritos a las administraciones de su antecesor...
TREGUA
CON TRE Y SIN GUA.- Al hablarse con los seguidores de uno y otro se
hace evidente que por el momento se rinden ante el altar común de la
reelección y la necesidad de conservar el poder. Los peledeístas, y eso
se comprueba en estos días, son tan locos como los perredemeístas, pero
con una diferencia: se bañan entre ellos mismos. No acuden a terceros,
sean instancias, organismos, personas. Muchos no encontraron la puerta
el pasado domingo, y hubo empujones, y caídas, y desconocimiento de
rangos. Y sin embargo, a la hora del show cada dirigente estuvo en el
lugar que previamente le había sido asignado. El PLD paga en cada
ocasión el tumulto de sus horas de poder, en que ninguno de sus
miembros, y ahora tampoco sus aliados, quieren quedarse fuera. En el
guión del acto todo estaba previsto y considerado, pero al llevarse a
cabo, al ponerse en escena, las faltas se disputaron con las fallas. Por
ejemplo, se tenía planificada la entrada de Reynaldo Pared y los
integrantes del Comité Político, y a seguidas las parejas
presidenciales. Danilo Medina y su esposa Candy Montilla, y Leonel
Fernández y su consorte Margarita Cedeño...
SIN
ORDEN NI CONCIERTO.- Al final entraron sin orden ni concierto, y la
seguridad de ambos y de todos tuvo que fajarse a fondo para preservarlos
del acoso de la gente. Algo de eso pudo verse por televisión, y no todo
porque también los técnicos de producción tuvieron dificultades para
ingresar al lugar, e incluso inició la transmisión cuando ya los
integrantes del Comité Político estaban en tarima. Al parecer hizo falta
dirección política, y más que evidente que en un acto de esa naturaleza
eran necesarias otras habilidades. Lo técnico era importante, pero la
actividad era política, y lo político debió haber estado en primer
plano. Por ejemplo, los invitados. Algunos fueron mencionados por sus
nombres, y hasta aplaudidos, pero no puede negarse que fueron sentados
lejos del Presidente, cuando lo propio era que entre el candidato y sus
aliados hubiera mayor identificación, en un día y en una actividad tan
especial. El inicio oficial de la campaña. Solo los muy atrevidos
rompieron fila y fueron a saludar a los líderes. A Danilo Medina y
Leonel Fernández...
CHOCOLATE
EN TAZA.- De seguro que muchos o todos pensarán en la
instrumentalización de la visita sorpresa, uno de los ejes de la
propaganda del gobierno, y que la escogencia de Noemí Crisóstomo fue una
casualidad. La puesta en escena del concepto cercano con la gente. Sí,
pero algo más. La señora Crisóstomo forma parte de un grupo que
industrializa el chocolate en pequeña escala, y sucede que el presidente
Danilo Medina es un bebedor de chocolate. Tenerla a ella en el
escenario, y que fuera quien lo presentara como candidato, fue de mucha
complacencia. Complacencia múltiple, podría decirse. Igualmente puede
asegurarse que el presidente candidato se mostró más entregado a su
tarea, más disciplinado en su oratoria, y que se ocupó de ensayar su
comparecencia, que no fue tan simple, sino todo un montaje. El
telepronter no pudo fastidiarlo, y si bien hubo un problema de bocina,
el toro fue tomado por los cuernos y sembrado en tierra, como en el
mejor de los rodeos...