Orlando Gil
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REACCIÓN
IMPREVISTA.- En la guerra se presentan imprevistos y el soldado debe
estar preparado para las contingencias. Por ejemplo, a veces cae hacia
adelante, e incluso llega a tierra, y puede ser a causa de un tropiezo, o
al peso de los equipos de combate, pero también a un acto reflejo de
supervivencia. ¿En cuál de estas posibilidades cabe la reacción del
presidente candidato Danilo Medina a las denuncias de sus oponentes
sobre el uso de fondos públicos en la campaña? ¿Se cayó o se tiró?
Dijo
que no los necesita y que la Junta Central Electoral puede hacer en su
caso lo que considere apropiado. Esto es, le dio carta blanca. Incluso,
para que sea más hecho que palabra, instruyó a su ministro de la
Presidencia para que tome las medidas de lugar. La circular como una
flecha ya está en el aire, y habrá que ver ahora cuál de sus
subordinados paga las habas de su inconducta electoral. No obstante,
¿por qué responde el jefe de Estado tan rápidamente este cuestionamiento
y no espera que el organismo encargado de las elecciones haga el
consabido emplazamiento? Nada huele tan mal en Dinamarca para que haya
que taparse las narices o recoger todo el pescado. Los hechos son los
hechos, pero no más tozudos que en ocasiones anteriores...
ESTRATEGIA
PROPIA.- La impresión es de que más que sentirse contra la pared,
acosado como una bestia herida, el Presidente candidato asume el ataque
de sus oponentes y lo usa como estrategia a su favor. A mí que me
revisen, parece decir. Entonces, antes que el fiscal dé la orden de
arresto o la policía vaya a buscarlo, se entrega. El gesto lo enaltece,
sin duda, pero de seguro que su confianza no se sustenta en la nada. Lo
que se ve y lo que no se ve. Lo que se ve es que el presidente de la
Junta Central Electoral se reunió con el Presidente de la República, y
aunque el primero declaró que fue a gestionar el dinero de los partidos,
los leones apostados en el frente del Palacio Nacional mueven la cabeza
y rugen, sin que quede claro si dicen que no o solo imitan al de la
Metro. El pleno del organismo está supuesto a reunirse esta semana, y
entre los temas en agenda está la regulación de la campaña. Aprobar un
reglamento es una cosa y tomar medidas cautelares es otra. ¿Cuál será la
determinación final, puesto que después de lo dicho por el presidente
Medina, no hace falta comprarse un perro prieto?
¿HUBO
O NO HUBO AMARRE?.- El Presidente candidato que está dispuesto a
someterse al escrutinio de la Junta Central Electoral, y que incluso lo
demanda, debe tener muy bien controlada la situación. Debe saber que el
organismo no se va a pasar de la raya, pero además que sus subalternos
acogerán los términos de la circular de Gustavo Montalvo. ¿Por qué
Montalvo y no José Ramón Peralta? Muy buena pregunta, magistrado.
Peralta es Administrativo, de manera que los empleados públicos están
bajo su dominio. Montalvo, por su parte, es Presidencia. Esto es, que
mientras el primero se ocupa de los asuntos administrativos, el segundo
maneja las cuestiones políticas. Además, Montalvo es el encargado de las
amonestaciones, de llamar la atención o corregir, si es de lugar, a los
que se salgan del carril. Esta es una atribución que la opinión pública
no conoce, pero sí los afectados. Acaso no se recuerda el
pronunciamiento sobre el premio a Mario Vargas Llosa, con el que
Montalvo puso punto final al affaire, después de conversar con el
ministro de Cultura...
MIEMBRO
DE LA SECRETA.- Pero además, y este además vale tanto como el pero, no
debe olvidarse un elemento importante. Gustavo Montalvo es peledeísta,
sin duda, pero tiene un carácter, un manejo de situaciones, que lo
acercan a la sociedad civil. Si fuera cosa de película, y no de
política, podría considerársele un infiltrado. Dirigentes tan
encumbrados como miembros del Comité Político consideran a Montalvo
peledeísta “de la secreta”. El Presidente candidato, por tanto, lo está
haciendo de maravillas al poner a Montalvo y no a Peralta a firmar la
circular. La sociedad civil confía en Montalvo, y el Presidente
candidato por igual. La primera sabe que el alto funcionario no se
prestará al juego perverso de la doble cara, pero el segundo sabe que
tampoco se olvidará de su compromiso con la reelección. La
transparencia, sí, pero siempre y cuando no afecte la posibilidad del
nuevo mandato...