Tomado de Diario Libre
Habrá que averiguar a cuáles santos reza la Junta Central Electoral que la libra de todo mal. El caso de Blas Peralta es penal, pero primero fue político.
Habrá que averiguar a cuáles santos reza la Junta Central Electoral que la libra de todo mal. El caso de Blas Peralta es penal, pero primero fue político.
El
organismo de elecciones fue presionado de muchas maneras y por diversas
vías para que reconociera su Partido de la Esperanza Nacional.
Lo mismo que el de sus iguales transportistas, y ya no solo de carga, sino de pasajeros.
Fue
todo un fenómeno que los choferes quisieran actuar de manera directa en
el campo de la política, y que lo hicieran por razones estratégicas y
no para replicar ejemplos cercanos.
Si
Nicolás Maduro de guagüero llegó a presidente de Venezuela, qué podía
impedir que federados o dirigentes o propietarios del transporte
lograran otro tanto.
La
Junta, sin embargo, les mató el gallo en la funda, pues no oficializó
el partido de Blas Peralta, como tampoco el de Juan Hubieres o el de
Antonio Marte.
Advirtió
a tiempo lo que ahora es lamento de toda la sociedad. No podía darse
categoría de partido a grupos que no superan la condición de banda, y
que por cualquier quítame esa paja hacen del cuerpo una vaina.
A la Junta que no cambie de santos.
