Por Nelson Encarnación/Tomado de El Caribe
En
el Perú se celebró el seis de este mes uno de los procesos electorales
más dramáticos de la historia reciente de ese país, en el cual el
ganador lo fue “por una cabeza”, parodiando el tango de Gardel dedicado a
su amigo el legendario jinete Ireneo Leguisamo.
Un insignificante 0.23%
dio el triunfo a Pedro Pablo Kuzcynski sobre Keiko Fujimori, víctima de
una de las campañas más brutales realizada contra candidato alguno,
bombardeada por derechistas, izquierdistas, empresarios y otros
sectores, a pesar de lo cual prácticamente empató el evento electoral.
Vistas las cosas con objetividad, ella ha sido la ganadora.
Sin
embargo, Fujimori, a pesar de esos ataques bestiales por su supuesta
inclinación antidemocrática solo por ser hija del expresidente Alberto
Fujimori, se pronunció aceptando el veredictos una vez completado el
escrutinio al ciento por ciento, y a pesar de que -como dijera ella en
su momento- su partido estaba en condiciones de disputar votos aun
dudosos. Demostró Keiko un talante democrático que habla muy bien de
ella como una líder política responsable y cuyo futuro queda abierto en
condiciones mucho más auspiciosas que en esta ocasión, siendo
probablemente una candidata difícil de vencer en el siguiente evento
comicial al que concurra.
Contrasta
sobremanera el comportamiento democrático de los peruanos frente al que
asumen nuestros políticos, pues a un mes de haberse celebrado una
consulta electoral, todavía los candidatos opositores -con la excepción
de Hatuey De Camps- están litigando contra el proceso y no han insinuado
siquiera que vayan a reconocer a Danilo Medina como ganador. Por el
contrario, mantienen un bombardeo mediante el empleo de todos los
mecanismos a su alcance. Hacen creer al mundo ser víctimas de un robo
electoral al estilo de los dictadores africanos más añejos. En el
exterior donde le den seguimiento a los procesos políticos dominicanos
pudieran comprar el argumento de la supuesta “estafa electoral”, pero
solo hasta enterarse de que la diferencia entre Danilo y Luis Abinader,
principal candidato de la manada, fue de un millón 280 mil votos. ¿Cómo
comparar la nobleza de Keiko que debajo por 40,000 votos admite su
derrota, con la tozudez de Abinader y demás candidatos? Aquí no hay
nobleza.