Por Virgilio Gautreaux P.
“Una ciudad se convierte en una forma de vida y pensamiento, algo en lo que la historia, la arquitectura, la música, las artes plásticas, el poder, la memoria, los intercambios, los encuentros entre personas e ideas, las disonancias, las finanzas, la política, los libros, y los credos, hablan en voz alta; se trata del espacio en el que nace el mundo moderno a la par que adquiere forma para su futuro.”
Leonidas Donskis
Captura de pantalla 2016-06-20 a las 23.31.40Parte primera
Nuevamente vuelve al tapete la cuestión de la Estación de combustible en la entrada de nuestra emblemática Avenida Enriquillo. Esta vez, sus promotores están más preparados y cuentan con el apoyo de los “árbitros” institucionales. En efecto, nuestros esforzados Regidores y los Funcionarios locales de Medioambiente, Turismo, Defensa Civil y Bomberos-a unanimidad- han aprobado que la vía sea adornada con esta importante “obra de desarrollo”.
Debemos tener presente que este comportamiento de nuestras autoridades locales no es nuevo. Recordemos que cuando unos contratistas del Ministerio de Turismo quisieron incrementar sus ganancias, arremetieron contra la glorieta del Parque Central y pretendían tumbarla, para lo cual buscaron un “experto” que demostraba que dicha estructura estaba a punto de caerse y que era casi un peligro público. Un corito de funcionarios barahoneros y algunos lambones, apoyaban también ese desatino. Con el desastre del famoso “Boulevar”, su respuesta ha sido mantener la boca cerrada. Es decir, silencio cómplice.
En una ocasión anterior habíamos escrito que en la época en que los Regidores de nuestro Ayuntamiento no cobraban por sus labores, éstos se desempeñaban 24/7 al servicio del crecimiento del Municipio. Se reunían en horas de la noche pues eran hombres de trabajo. Eran extremadamente celosos con los recursos financieros a su cargo y eran verdaderos talibanes en la defensa del desarrollo municipal y la seguridad de los y las barahoneras. En los años treinta el Cabildo barahonero tenía una planta eléctrica que suplía de energía la población. También un acueducto, un camión para recoger basura y otro para regar las calles no asfaltadas para evitar polvaredas. Ese Ayuntamiento tenía una verdadera Banda de Música, una dotación de Policías Municipales, un Cuerpo de Bomberos y financiaba parcialmente un Instituto Comercial. El Cabildo tenía una empresa de sal marina en Puerto Alejandro que empleaba numerosos obreros y generaba recursos a la tesorería del municipal.
Por $350 el Cabildo contrató con el ingenio Barahona la construcción de un rodillo para mantener las vías en buenas condiciones y abrir calles en barriadas periféricas. Una Ordenanza prohibía arrastrar maderas o troncos por las calles para evitar su deterioro y evitar polvaredas. A pesar de que no habían muchos vehículos en la ciudad, era frecuente imponer multas por violación a la ley de Tránsito. En los archivos municipales de años treinta y cuarenta localizamos multas a los Sres. Chichí Periche, Jacobo Lama y Julio Fabián, entre otros.
Luego encontramos la Sala Capitular regulando el tamaño de los panes, enfrentando las panaderías locales. Más adelante la vemos observando en el muelle la salida de plátanos y otros rubros para garantizar que en la localidad haya suficiente plátanos y otros rubros, para evitar la especulación. Cuando el ciclón de San Zenón (3 de Septiembre de 1930) se aplicaron dispositivos para prevenir el desabastecimiento de alimentos que provocaba la salida de plátano y otros bienes hacia la capital, que al estar paralizada sus industrias y el comercio, estaba generando escasez en las tiendas barahoneras.
En otra ocasión, controla el orden público apresando carajitos traviesos alterando el órden público, jugando pelota en las calles, arrojando piedras o ausentándose de las escuelas. Para ello le imponía multas a los padres. El Jefe de la Policía Municipal-Noé Sterling-multó al Sr. Isidoro Gracia, por estar fumando dentro del Teatro Unión.
En otra ocasión vemos el Ayuntamiento, a principios de los años treinta, interviniendo en los pesos y medidas del café, a petición del cafetalero Juan Bujosa. Un poco más atrás observamos al Cabildo apresando animales en las vías públicas y multando a sus propietarios, además de cobrar su mantenimiento mientras se mantuvo en el corral municipal. Si los animales no eran reclamados, al cabo de cierto tiempo, eran subastados. La ubicación pocilgas era objeto de regulación. El tránsito de ganado por la ciudad requería de permiso pagado, determinación de la vía, fecha y hora.
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Siguiendo su papel de promotor cultural, en los primeros años del siglo pasado nuestro Ayuntamiento subsidiaba parcialmente la publicación de un periódico, imprimiendo en sus talleres circulares, talonarios y avisos al público, además de no cobrarle impuestos. También disponía de una excelente biblioteca que periódicamente era dotada de nuevos libros. Una Secretaria atendía al público y rendía mensualmente un reporte de visitantes. Otras veces-en coordinación con agrupaciones juveniles-pagaba el transporte y alojamiento de intelectuales que dictaban conferencistas, así como de intérpretes musicales.
Pero ahí no se detiene el desarrollismo municipal de aquellos Regidores. Impulsaban la producción de café y otros rubros; montaban ferias locales; coordinaban la participación de los sectores productivos barahoneros en ferias y exposiciones en otras partes del país. Apoyaban que productores de varios rubros participaran a finales del siglo XIX en ferias internacionales. Manejaban celosamente mercados, mataderos, galleras y el cementerio. Los Ediles construían áreas deportivas y apoyaban decididamente las agrupaciones culturales y recreativas. Ese pequeño Ayuntamiento de entonces otorgaba becas a estudiantes, pagaba un dentista, un médico para los pobres y pagaba una farmacia para que se mantuviera abierta en horas de la noche.
En 1943 el Ayuntamiento cubría parte del Desayuno Escolar, el cual era elaborado por la Escuela de Economía Doméstica que dirigía Doña Fabiola de Garnes. También pagaba la Comadrona Municipal de los Pobres, la cual rendía mensualmente a la Sala Capitular un informe de sus actividades. Para Enero de 1944 tenían que pagar placa las carretillas, carretas tiradas por animales, los limpiabotas y las bicicletas. El Cabildo en coordinación con Salud Pública mantenía un control de los perros realengos y en determinada época del año procedía a su eliminación para prevenir enfermedades o mordidas de perros atacados por la rabia. La Corporación edilicia mantenía limpios y arborizados varios parques de la ciudad y una Brigada de trabajadores que limpiaban contenes y calles.
A pesar de lo costoso que significaba para el Ayuntamiento, sus Regidores se ocupaban de que los Miembros de la Policía Municipal, de la Banda de Música y los Bomberos, tuvieran sus uniformes y zapatos en buenas condiciones. La compra de instrumentos para la Banda y equipos contra incendios, era importante. La mayoría de los Directores de la Banda de Música eran muy calificados, debiendo ser además, profesores de la Academia de Música Santa Cecilia, donde la juventud barahonera de ambos sexos se inició por los caminos del arte de combinar los sonidos y el tiempo.
Los integrantes del Cabildo impulsaron que la Sala Capitular barahonera realizara una ingeniosa operación financiera para construir un moderno mercado público con una excelente ubicación para la ciudad de 1944. Hoy de aquel mercado sólo quedan las ruinas y el actual “mercado” es un verdadero vertedero repleto de alimentos en el suelo, pésimas condiciones de higiene y gente apiñada. Los clientes sudorosos soportan pestilencias. Esto contrasta con un Ayuntamiento que a finales de los años cincuenta ante la expansión urbana de Barahona construyó en “mercado satélite” en Villa Estela. Hoy está abandonado y ocupado ilegalmente por numerosas familias. Décadas después Gobierno a mediados de los años noventa construyó otro “mercado satélite” en la parte norte de los blanquizales, el cual también fue ocupado ilegalmente por numerosas familias. Desalojadas estas personas hace unos dos años, por diversos factores e incapacidades entrecruzadas, este mercado nunca ha entrado en operación.
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Mirando un poco más atrás, tan pronto Barahona ostentó la Categoría de Distrito Marítimo en 1881, su Cabildo-aunque plagado de precariedades-intervino en las cuestiones de salud pública de la población, tratando en lo posible evitar epidemias, supervisando el ejercicio de la práctica médica, incentivando la instalación de médicos y farmacias en la localidad. También estableciendo cuarentenas sanitarias marítimas o terrestres para evitar el ingreso o la propagación de determinadas enfermedades (ver Werner Féliz-Historia del Pueblo de Barahona-1800-1900, págs 293 a 307). De igual modo, dando cumplimiento a la Orden Ejecutiva No. 247 de 27 de Diciembre de 1918, nuestro Cabildo destinaba un porcentaje de sus ingresos para cubrir parte de los gastos de salud de los y las barahoneras. En una ocasión el Ayuntamiento obtuvo a título de préstamo un torete para mejorar localidad del ganado local.
Asimismo, es bueno que sepamos que desde las dos últimas décadas del siglo XIX el muy limitado de recursos Ayuntamiento de entonces, cubría los gastos de alumbrado público. Además asumía el pago parcial del alquiler de locales escolares y contribuía al pago de sus maestros (ver nuevamente libro Werner Féliz, págs de 271 a 293). También acorde a la Orden Ejecutiva No 146 de 1918, el Organismo debía destinar el 15% de sus recursos a la educación. Posteriormente mediante la Orden Ejecutiva No. 721, en 1922 este porcentaje se aplicará en función de los ingresos globales de los Ayuntamientos (10% a los que recaudaran menos de $10 mil y 15% a los que tuvieran ingresos superiores a $10,000). Después con la Ley 72 de 1931 se tenía que destinar a las actividades educativas el 5% de los fondos del Cabildo. Otra disposición posterior-la Ley 831 de 1935-fijaba en 7% la contribución municipal a la educación barahonera.
Hay que resaltar que muchas acciones que desarrolladas por el Ayuntamiento no se concentraban sólo en el radio de la Común de Barahona, sino que también desplegaba una serie de actividades que incidían en el desempeño de Cabildos de comunidades vecinas, tales como control de galleras, alquiler mercados, una barca sobre el río Yaque del Sur. También financiaba parcialmente escuelas y apoyaba la construcción de locales. No obstante, en algunas ocasiones lugareños de esas comunidades se quejaban de asuntos-que en su apreciación-consideraban como prácticas monopólicas del organismo barahonero.
En medio de los afanes desarrollistas, durante la primera invasión norteamericana (1916-1924) nuestros esforzados Regidores aprobaron una Proclama contra el Ejército de ocupación, que circuló por varias partes del país. También el Ayuntamiento financiaba parcialmente conferencias y actos patrióticos. Ante los continuos desórdenes que provocaba la soldadesca borracha e insolente, la Sala Capitular reunida de manera Extraordinaria con el Jefe militar local, le expuso con firmeza las tropelías de sus subalternos cuando estaban ebrios, logrando sacarle que aceptara la prohibición de que no se le vendiera alcohol a la tropa.
También durante ese período ominoso de ocupación, con buenos argumentos nuestro Ayuntamiento logró que mediante la Orden Ejecutiva No. 487 de fecha 4 de Junio de 1920, se le autorizara vender 200 solares y con esos recursos ejecutar una serie de obras de desarrollo tales como un matadero, un cementerio, arreglo de varias calles, canalización del rio Birán, la construcción de una carreta para transportar la carne desde el matadero hacia el mercado público, así como contribuir a la terminación de la iglesia católica y el arreglo de caminos vecinales, entre otras obras.
Para que calibremos el comportamiento de los Honorables Miembros de nuestra Sala Capitular luego del Golpe de Estado a Horacio Vásquez el 23 de Febrero de 1930, se convocan elecciones para el 16 de Mayo de ese año. En Barahona se produjeron muchas tropelías y abusos de las tropas del Ejército Nacional y pandilleros armados, además del uso descarado de los recursos del Estado a favor de la candidatura oficial. El grupo Trujillo-Estrella Ureña para conseguir adeptos en Barahona distribuía revólveres, otorgaba permisos de juegos ilegales por doquier, a la vez que autorizan juegos diarios en las galleras. Ante tanta anarquía, la sociedad barahonera y sus autoridades municipales, enfrentan decididamente esta avalancha, notificando oportunamente al Presidente Estrella Ureña cada atropello. La respuesta del Mandatario y Trujillo fue un Golpe de Estado al Ayuntamiento barahonero el 18 de Abril del citado año.
Ese Cabildo era una verdadera fragua desarrollista, donde tenían cabida todas las propuestas de progreso. Para promover la expansión urbana se vendían solares y se urgía a sus propietarios que construyeran lo antes posible. En ocasiones la Corporación edilicia compraba casas para derribarlas y ampliar o extender diferentes calles. Participaba directamente en la construcción de las carreteras, caminos vecinales, dos alcantarillas, el Arco de Triunfo, un puente de hormigón sobre el rio Birán y su propio Palacio Municipal (1936) que en este año 2016 arriba a su 80 aniversario.
Barahona tuvo el privilegio de contar por varias décadas con una Sala Capitula integrada por SUPER-REGIDORES cuyo único interés era el engrandecimiento de la Perla del Sur. Por eso durante muchos años los asuntos más relevantes del desarrollo económico y social barahonero, se discutían en los salones de nuestro Ayuntamiento.
Nuestro Cabildo era la Vanguardia !!
El Ayuntamiento que por décadas debió operar desde una casa modesta techada de palma y sin candado, asumía sus responsabilidades con sus contribuyentes y también con los pobres de solemnidad. Con la autoridad que asumían sus integrantes, pautaba los diferentes usos que se daban al río Birán. En la cabeza y su parte alta estaba prohibido bañarse o llevar animales pues era el lugar donde los habitantes buscaban el agua de tomar, cocinar, aseo personal y por donde durante un tiempo estuvo la obra de toma del acueducto. Más abajo estaban los lugares donde se bañaban las personas, definiendo donde debían hacerlo según sexo. En otro lugar se establecía donde lavar la ropa, tomando previsiones cuando se tratara de indumentaria de personas con potenciales enfermedades contagiosas. Finalmente en las cercanías de la desembocadura del río, bien cerca del mar, se permitía bañarse los enfermos y lavar su ropa
Asimismo, el Ayuntamiento desarrollaba, cuidaba y regulaba los balnearios públicos marinos de Punta Inglesa y Las Saladillas, manteniendo el orden público, la moral y las buenas costumbres.
Con el mismo celo que manejaba las aguas, las autoridades municipales mantenían un control estricto para evitar incendios en la ciudad, prohibiendo que en los hogares se dejaran encendidos fogones, tizones o brasas, luego de cierta hora de la noche. De igual modo, tenían dispositivos y regulaciones sobre el manejo de combustibles, sustancias inflamables y explosivas. En ese sentido, eran particularmente cautelosos en el otorgamiento de permisos para la instalación de bombas de gasolina y gasoil. En la medida que la ciudad se expandía, la Sala Capitular ordenó sacar las estaciones de combustibles del centro urbano, las cuales fueron reubicadas en las afueras de la población. Al mismo tiempo, obligaban que una empresa procesadora de madera, elevara la altura de su chimenea pues el humo molestaba una barriada cercana. También intervenía estableciendo el sitio en el cual debía instalar el ingenio Barahona un depósito de material inflamable.
A pesar de estas previsiones, en la ciudad se producían periódicamente incendios, siendo el de Septiembre de 1927 el que más daño causó, del cual se hizo eco la prensa nacional. Eso motivó que en 1929-bajo los auspicios de la Cámara de Comercio-se creara el primer Cuerpo de Bomberos de Barahona. Esta organización desapareció a los pocos años y luego en 1945 se constituyó el que conocemos actualmente. Pero esa es otra historia que terminaremos en breve.
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A partir de la formación de este nuevo Cuerpo, el Cabildo barahonero se ocupó de su fortalecimiento y equipamiento, dotándolo más adelante de un camión de dotado de escaleras, hachas mangueras, picos, sogas, sierras y otros instrumentos para combatir incendios. Este camión tenía numerosos cubos que se utilizaban para cargar agua en aquellos lugares de la ciudad donde no existieran tuberías de agua. También para usarlos en las comunidades aledañas. Es bueno destacar que el Ayuntamiento instaló en la ciudad de Barahona toda una red de hidrantes con su línea exclusiva de alimentación de agua, con el propósito de enfrentar cualquier siniestro que se produjera. Sólo los Bomberos podían operar estos dispositivos.
NO es verdad que esos SUPER-REGIDORES que tuvimos antaño autorizarían jamás la instalación de una estación de combustibles para entorpecer el desarrollo urbano de nuestra querida Barahona !!!