El escenario más probable es que los miembros más prominentes del partido sigan ignorándolo.
Tomado de Diario Libre
WASHINGTON.
Muchos republicanos estiman improbable que Donald Trump pueda vencer a
la demócrata Hillary Clinton en las presidenciales de noviembre. Ahora
lo que intentan es salvar su mayoría en el Congreso y prepararse para
las elecciones de 2020.
El
partido republicano se reúne la semana próxima en su Convención
nacional en Cleveland (Ohio, norte) para investir al magnate como su
portaestandarte.
Pero
en lugar de ser una reunión destinada a ensalzar las virtudes y
posibilidades de victoria del partido, el evento probablemente revelará
las profundas divisiones entre el ‘establishment’ republicano y el
estilo populista y directo de Trump.
Por
supuesto, los responsables republicanos buscan minimizar estos disensos
y quieren proyectar la imagen de un partido unido. Incluso es posible
que Donald Trump produzca un espectáculo exitoso.
Pero
la inusual cantidad de republicanos ausentes (no irán Mitt Romney, John
McCain, John Kasich ni ningún Bush) es bastante elocuente.
“Esto
no tiene precedentes en la historia reciente de las convenciones”, dijo
Robert Boatright, profesor de ciencias políticas de la universidad
Clark de Massachusetts.
Donald
Trump aún no anunció el programa de su convención y no se sabe quién
hablará en los horarios de mayor audiencia. Pero sin duda será una
oportunidad única para dar un nuevo impulso a su candidatura.
El
multimillonario ha prometido en varias ocasiones en los últimos meses
tener un comportamiento más “presidencial” y abandonar el tono
desenfadado e incendiario que marcó su campaña hasta ahora.
“Donald
Trump debe aprovechar la convención para dar a los miembros del
Congreso y a la mayoría de los líderes republicanos una razón para darle
otra oportunidad”, dijo Boatright.
Sin
embargo, el escenario más probable, según este politólogo, es que los
miembros más prominentes del partido sigan ignorándolo y se enfoquen más
bien en la media docena de escaños en el Senado que el partido ahora se
empeña en salvar.
También están mirando hacia las elecciones de medio mandato en 2018 y, por supuesto, en las presidenciales de 2020.
¿Qué pasará después de 2016?
La
elección de 2016 parecía ganada de antemano por los republicanos.
Habían asegurado el control de la cámara de Representantes en 2010 y del
Senado en 2014.
Y
luego de los dos mandatos de Barack Obama, los republicanos deberían
haberse beneficiado de la tendencia de los votantes de buscar un cambio.
Más aún porque la opción demócrata es una candidata tan impopular como
Hillary Clinton, quien aún batalla para ganar votantes que desconfían de
ella por haber usado su correo electrónico privado cuando era jefa de
la diplomacia.
Pero
el sorprendente ascenso de Donald Trump en las primarias, con su
discurso xenófobo, proteccionista y antisistema, privó al partido
republicano de la posibilidad de reconstruir sus dañados vínculos con
los electores negros e hispanos.
En
consecuencia, los enfrentamientos que padece la derecha estadounidense
desde el surgimiento de los ultraconservadores del Tea Party en 2010 no
están cerca de resolverse en este ciclo electoral.
“El
dominio de Trump no ha permitido avanzar en el debate sobre el futuro
del partido republicano”, dijo John Hudak, experto del instituto
Brookings en Washington.
Y si Donald Trump pierde las presidenciales, ¿qué ala del partido republicano se beneficiaría más?
A
sus 46 años, Paul Ryan -presidente de la Cámara de Representantes y
hombre fuerte del Congreso- está en posición de recoger los platos
rotos.
Es
respetado por su ideología conservadora y visto por el “establishment”
como un comunicador eficaz para la marca republicana. Y si bien apoya a
Donald Trump, se mantiene a distancia de él.
Pero los ultraconservadores como el senador texano Ted Cruz, finalista en las primarias, también se verán fortalecidos.
Como
ocurrió tras la derrota de 2012, Ted Cruz podría intentar convencer a
los electores de derecha que la Casa Blanca se les escapó de las manos
porque el candidato investido no era suficientemente conservador.
El senador de 45 años dijo en mayo que se postulará para un nuevo período parlamentario en 2018.
Otro
anterior rival de Trump, el senador hispano por Florida Marco Rubio (45
años), revirtió en junio su decisión de retirarse de la política y
anunció su candidatura para un segundo mandato.
Todos estos jóvenes políticos tienen ya los ojos puestos en la próxima etapa.
“2020
será otro ciclo muy difícil para el partido”, dijo John Hudak. “Y puede
pasar aún bastante tiempo antes de que los republicanos encuentren por
fin una dirección”.
por Ivan Couronne