Con
la inclusión de una contrapartida de casi 500 millones de pesos en el
presupuesto del próximo año para continuar la construcción de la presa
de Monte Grande, renacen otra vez las esperanzas del Suroeste de contar
con una obra que verdaderamente les garantiza su desarrollo social y
económico.
No
solamente se evitará pérdida de agua por falta de almacenamiento, sino
que la capacidad de la presa asegurará el riego permanente de las
tierras, hoy deprimidas, del circuito de las cuatro provincias que
forman la región Enriquillo y servirá para aumentar la producción
energética.
Esas
provincias sufren hoy el terrible drama de subsistir sin agua para el
consumo humano y para la producción, lo que constituye una fuerte traba
para impulsar cualquier política de desarrollo.
Los del Suroeste la consideran como su verdadera mina de oro y llevan años soñando con su terminación.
Al
Instituto Dominicano de Recursos Hidráulicos, al que se le ha confiado
la obra, dispondrá de un presupuesto de 4,862 millones con 692 mil
pesos, con parte de los cuales aportará la contrapartida que le
corresponde a un préstamo externo.
Hay
que hacer notar que con estos recursos también se procederá a la
rehabilitación de las infraestructuras de riego que llevan las aguas del
río Yaque del Sur a las zonas agrícolas y las comunidades y algunas
estructuras de la presa de Sabana Yegua, que serán complementarias del
gran proyecto de Monte Grande.
Esta
presa ha tenido sus intermitencias, pues en más de tres ocasiones se
han dado picazos de reapertura de los trabajos de construcción que, al
cabo del tiempo, se descontinúan, desvaneciendo así las esperanzas del
Suroeste, mientras otras zonas del país lucen más privilegiadas con
obras que no tienen mayor impacto social y económico que Monte Grande.
El
LISTÍN DIARIO, que siempre ha mostrado interés en el porvenir del
Suroeste por ser hasta ahora la región menos favorecida por los
gobiernos, espera que esta vez el impulso por la terminación de la presa
de Monte Grande no se quede entreverado en las promesas que nunca se
cumplen.
Y
que la llamada “Hora del Sur”, proclamada por el presidente sureño
Danilo Medina, no se quede tampoco en el tintero de una bella utopía.
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