Mayobanex De Jesús Laurens...Estilo Bloguero.
El
salario mínimo mayor para el sector privado está fijado actualmente en
siete mil trescientos sesenta pesos, no así en el sector público, cuyo
nivel no sobrepasa los cinco mil pesos mensuales. De ese valor hay que
descontar lo correspondiente a los aportes para los seguros de invalidez
y vejez, y familiar de salud.
Del valor restante, cada trabajador debe cubrir los gastos mensuales de alquiler de casa, manutención familiar, gastos de la escuela, medicinas, ropa, combustible para el motor; además de los gastos de luz, teléfono, agua y cable. Todo lo anterior sin contar con las enfermedades, la ayuda económica a la madre o al padre y el “apartao” para el traguito de fin de semana.
Mientras el salario se debate entre discusiones de tecnócratas, el asalariado ve incrementarse la vida, teniendo que afrontar la dura realidad de los aumentos en los bienes y servicios a los que debe tener acceso a diario por obligación.
Pese a recibir una brisita extra en diciembre, la misma se esfuma con la vanidad de la fecha, teniendo que participar de la tradición, entre golosinas, frutas, comidas, regalos y ropas para toda la familia, sin contar con los “dao” a familiares y al “avivato” que siempre busca su nochebuena y despedida del año viejo.
Enero continúa con la francachela de año nuevo, uniéndose unos Santos Reyes que en vez de traer se llevan los bolsillos del humilde trabajador asalariado. Sin reparar en gastos, los feriados de los “veinte”, unidos al posible fin de semana largo terminan exprimiendo sus fuerzas y guardando un poco de ganas para los restantes meses del año.
Pero febrero le aguarda con el engaño de un Don Juan a quien denominan Cupido, que ahora han extrapolado en alcance, convirtiéndolo en amistad de San Valentín, para que los chelitos tengan que gastarse, además de su pareja, en los amigos y amigas.
No bien sale de Valentino, y entre marzo y abril recibe una Semana Santa “abre cartera”, con un feriado larguísimo de enormes gastos personales y de los familiares “que llegan diciendo presentes” sin nada en los bolsillos.
Antes de que termine abril, al angustiado trabajador le espera una secretaria, que ya no se conforma con el presente de su jefe inmediato, sino que la “sonrisita” la extiende a todo el personal logrando en objetivo que su regalito también provenga del pobre trabajador asalariado.
Mayo es implacable y no hay manera de pasar desapercibido si no dice presente. Madre y suegra hacen sus solicitudes desde entrada del mes para que no las olviden. Pero ahora también acechan las tías, y las abuelas vivas guardan el celo cuando no les llegan a besarle la mano con el presente de entrega.
El honesto trabajador asalariado trata de respirar en junio, pero las vacaciones escolares obligan a sacar los niños a pasear con más frecuencia y el helado, con el emparedado, la fritura o el pica-pollo pinchan sus bolsillos. Las visitas vacacionales de familiares le incrementan aun más el gasto de manutención.
El mes de Julio fustiga al desanimado trabajador asalariado con el recuerdo del olvidado padre, teniendo que llevar el presente al viejo, pero obligado a dar efectivo a los niños para que les compren su propio regalo, pues casi nunca la madre dice presente.
Preparar la escuela de nuevo en agosto, haciendo líos para uniformes, útiles y materiales de clases, hacen la rutina en el gasto; esto si no es que desea mejor educación para ellos y pretende llevar a cuesta el costo de un colegio privado.
El sufrido trabador se prepara para septiembre con el corre-corre de la ida y llevada a la escuela. Merienda, los chelitos para el recreo y la gasolina del motor conforman las tareas de un mes en el que se juntan los cumpleaños de los niños y de la esposa, fechas obligadas para el regalo y la salida al paseo.
Octubre es un mes agradable para las enfermedades, y las recetas agobian el descanso mental, que origina la furia e impotencia del descamisado trabajador asalariado por la falta de ingresos y de mejor oportunidad de vida.
Pese al respiro de noviembre, los planes de los hijos y la compañera para el siguiente mes traen la migraña incontrolable, cuyo fuerte dolor jamás dejará de padecer, pues sus efectos de estrés, exceso de trabajo y preocupaciones nunca saldrán de su mente ante tanta carga económica con tan bajo nivel salarial mensual.
A todo lo anterior se suma el inmenso gasto universitario de unos hijos, que aunque mayores en edad, “siempre hay que ayudarlos” con los gastos de estudios superiores.
De Mozart a Verdi, el réquiem de ambos está dedicado al salario del sufrido, golpeado, cansado, humilde y honesto trabajador dominicano.