Por EFE jueves 7 de enero, 2021/Tomado de El Nuevo Diario
WASHINGTON.- Tras una de las jornadas más convulsas de la historia de EE.UU., el Congreso estadounidense ratificó este jueves el resultado de las elecciones de noviembre, y el presidente saliente, Donald Trump, se comprometió finalmente con una “transición ordenada” del poder al mandatario electo, Joe Biden.
El Congreso que validó la
victoria de Biden no era el mismo que se había reunido catorce horas antes para
empezar a contar los votos electorales de cada estado en los comicios de
noviembre, como demostraron los destrozos en la sede de la Cámara de
Representantes.
Después de casi cuatro horas de
asalto de los seguidores de Trump, que marcharon hacia el Congreso incitados
por el propio presidente saliente, los legisladores de ambos partidos
consideraron importante retomar la misma noche del miércoles la sesión que
interrumpió la inaudita insurrección en Washington.
PENCE CONFIRMA A BIDEN COMO
GANADOR
“A quienes desataron hoy
(miércoles) el caos en nuestro Capitolio: ustedes no han ganado. La violencia
nunca gana”, dijo el vicepresidente saliente de Estados Unidos, Mike Pence,
cuando se reanudó la sesión conjunta de ambas cámaras, a última hora del
miércoles.
Más de siete horas después, la
sesión concluyó con Pence, que durante los últimos cuatro años ha sido el
escudero fiel de Trump, declarando la derrota de ambos en las elecciones de
noviembre, y la victoria de Biden y la vicepresidenta electa, Kamala Harris.
“Este anuncio (…) debe
considerarse una declaración suficiente de quiénes son las personas elegidas
como presidente y vicepresidenta de Estados Unidos”, afirmó Pence pasadas las
03:40 de la madrugada en Washington (08:40 GMT).
TRUMP PROMETE UNA “TRANSICIÓN
ORDENADA”
Inmediatamente después, Trump
distribuyó un comunicado en el que se comprometía a “una transición ordenada el
20 de enero”, cuando Biden llegará al poder, aunque volvió a mostrarse
“totalmente en desacuerdo con el resultado de las elecciones”.
“Siempre he dicho que
continuaríamos nuestra lucha para asegurar que solo se contaban los votos
legales. ¡Aunque esto representa el fin del mejor primer mandato en la historia
presidencial, solo es el comienzo de nuestra lucha para Hacer a Estados Unidos
Grande de Nuevo!”, añadió, citando su lema electoral.
La declaración de Trump,
publicada en Twitter por su asesor de comunicación Dan Scavino, fue
probablemente lo más cerca que estará el mandatario saliente de reconocer la
derrota en las elecciones, algo que ha prometido a sus seguidores que “nunca”
hará.
EL FIN DE UN PROCESO MÁS LARGO DE
LO HABITUAL
La ratificación en el Congreso
completó por fin un proceso electoral que comenzó el día de las elecciones y
debía haber concluido cuando el Colegio Electoral -el órgano competente en este
ámbito en EE.UU.- confirmó el triunfo de Biden, el pasado 14 de diciembre.
La sesión en el legislativo
estadounidense está prevista en la Constitución como un mero trámite ceremonial
para corroborar que todos los estados han transmitido a Washington sus
resultados en orden.
No obstante, un Trump en plena
deriva antidemocrática se empeñó en presionar a sus aliados en el Congreso y al
propio Pence para que se arrogaran unos poderes que no les corresponden bajo la
Constitución, e interfirieran en la sesión.
Pence ya adelantó antes de que
empezara el miércoles la reunión que no estaba dispuesto a hacerlo, rompiendo
la lealtad acérrima que ha demostrado a Trump durante los últimos años, ante la
imposibilidad de seguir sus deseos sin violar la Constitución.
Un centenar de congresistas
republicanos en la Cámara Baja y casi una decena de senadores sí entraron sin
embargo en el juego de Trump, y consiguieron desatar un debate sobre la
posibilidad de no contabilizar el resultado de las elecciones en el estado
clave de Arizona, donde ganó Biden.
Los legisladores estaban
debatiendo sobre ese tema cuando se produjo el asalto al Capitolio, y cuando
volvieron al pleno seis horas después, siguieron discutiendo acerca del desafío
a los resultados en Arizona, que finalmente fracasó en sendas votaciones en las
dos cámaras.
Otra objeción similar en el caso
de Pensilvania desató un debate de dos horas en el pleno de la Cámara Baja,
pero finalmente también naufragó, como también ocurrió en el Senado.
“UNA MANCHA” IMBORRABLE EN EL
CONGRESO
La insurrección de los seguidores
de Trump en el Capitolio disuadió a al menos tres senadores republicanos de
seguir adelante con su plan de respaldar el desafío en varios estados clave, y
nadie en la Cámara Alta presentó objeciones al resultado en Georgia, Michigan,
Nevada o Wisconsin, como estaba previsto inicialmente.
El líder republicano en el
Senado, Mitch McConnell, se había opuesto al intento de sus colegas de
cuestionar el resultado de las elecciones en la sesión, y pidió desarrollar el
proceso sin contratiempos después de la “insurrección fallida” en el Capitolio.
Chuck Schumer, el líder de la
minoría demócrata en el Senado, fue más duro al resumir una jornada infame, y
culpó a Trump del caos en el que derivó lo que debía haber sido un mero
trámite.
“Esto será una mancha en nuestro
país, que no se borrará fácilmente. La última (muestra) del terrible e
indeleble legado del presidente número 45 de Estados Unidos, sin duda el peor
que hemos tenido”, afirmó Schumer en el pleno del Senado. EFE