Las provincias que Dios bendice dotándolas de naturaleza sin igual, sus atractivos turísticos deben ser explotadas para generar riquezas que redunden en beneficios para el Gobierno, los inversionistas de los proyectos y las comunidades del entorno. Esa es la idea, siempre respetando las normativas ambientales para que sea sostenible.
Los inversionistas extranjeros y nacionales procuran que los proyectos sean viables, factibles, rentables y que no tengan ataduras legales, amén de que cuenten con el aval del Estado como tal, aprobados por el Congreso de la República.
Reunido todo lo anterior, se deben
crear las obras de infraestructuras conexas que vayan en la dirección de
garantizar que a las iniciativas de desarrollo turísticas nada les falte. Para ello
se impone siempre la inversión pública y privada.
De lo que se trata es de fuerte inversión en la industria sin chimenea que ha puesto la mira hacia Pedernales y bahía de Las Aguilas, a sabiendas que todo el proceso de titulación ya no tiene inconvenientes jurídicos en los tribunales.
Personal capacitado en todas las áreas: ingeniería, tecnologías, contabilidad, administración, idiomas, hotelería, Joyería, estilismo, en fin, un poco de todo se requerirá allí. Muchos los traerán de otros lugares, la mayoría de la misma provincia y de otras del país, pero todos deberán estar debidamente capacitados para ese impacto laboral que tendremos muy pronto.
Así inició La Altagracia y los proyectos turísticos en Bávaro y Punta Cana. Pedernales tendrá un cambio radical en su zona costera. Pero deberán entender que es turismo de todo incluido, en donde se irá a disfrutar probablemente sin salir de los proyectos levantados, salvo excepciones que siempre habrá.
Es así, una mezcla de alegría, de
esperanza de un mejor porvenir para las comunidades del sur, y la nostalgia que
luego tendremos de no poder disfrutar en libertad de lo que ahora sí podemos
llegarle sin ningún inconveniente.