Él entiende perfectamente el rol de las redes sociales en la política, conoce el impacto de Facebook y asume con toda responsabilidad su papel como encargado de comunicación de la dirección municipal de su partido.
Es bien informado, muy instruido, vive actualizándose a ratos con las noticias de último momento y expone sus análisis y críticas al respecto.
Es frontal. Su muro no es una pasarela, sino más bien un portal de vanguardia opositora, desde donde lleva meses defendiendo los gobiernos del que fue parte y atacando los aspectos negativos de la presente gestión encabezada por Luis Abinader.
Es parte activa de una maquinaria política que dice tener en su padrón más de 1 millón 800 mil miembros, con miles de presidentes de intermedios, cientos de dirigentes de su comité central y decenas que conforman su comité político, pero que más del 90% no utiliza las redes sociales como instrumento masivo para atacar las debilidades del oficialismo y promover las fortalezas de su organización partidaria y candidatos.
Tiene en su aval varios títulos profesionales. Es un verdadero polifacético que incluso incursiona en las artes, poesías y ensayos. Político de pies a cabeza que sus limitaciones físico-motoras no son óbice para lograr los espacios que ha alcanzado.
Me refiero a Alfonso Feliz Polanco (Pablo Polanco), peledeista-boschista que debe ser multiplicado por los 1,800,000 miembros del PLD, para que esa organización política y su candidato puedan avanzar.