Pensé, pese a todas las pruebas en contra, que podría reaparecer un hombre reflexivo y armonizador, por los años y experiencia y la estrepitosa caída del partido morado bajo su dominio. Pero, no. Sigue en negación, después de cinco años de ser desplazado del trono presidencial. No concede. Lo niega todo. ¿Responsable del desastre? Los demás.
Danilo Medina decidió volver a las entrevistas (creo que solo una mientras fue presidente de República) y la decepción no pudo ser mayor: en vez de enfatizar el legado del PLD en el gobierno, se concentró en la defensa personal, de familiares y cercanos colaboradores y volvió a los chismes con excompañeros que huyeron de su férula. Además, una memoria selectiva y defectuosa que trastoca hechos, desmiente lo confirmado por él en la misma oración (caso Pompeo) y atribuye a otros, lo que videos difundidos posteriormente reconfirmaron salió de su boca.
El tour mediático debería quedarse en esa primera intervención en El sol de la mañana, por lo errática y desmontable. No me arrepiento de nada, dijo y aseguró que sus compañeros y familiares sometidos por casos de corrupción son inocentes. El dios Medina entiende que su obra fue perfecta, pese a que exfuncionarios admitieron culpabilidades, negociaron con fiscales y devolvieron cientos de millones de pesos del peculado.
La visibilidad del economista y químico mantiene fresca en la memoria los peores momentos de su administración, agravado por la ventilación en tribunales de expedientes que atribuyen malversación de miles de millones de pesos a sus colaboradores.
Medina se impuso “por aclamación”, como presidente del PLD en marzo del 2021, cuando correspondía dar un paso al costado y promover una renovación verdadera, con nuevas autoridades. Para colmo, precipitó a la organización en octubre del 2022 a escoger un candidato presidencial en “una consulta nacional”, la que trepó al partido a una ruidosa patana, que ahogó los gritos de auto-crítica y transformación. En octubre último se hizo reelegir, luego de una maniobra en la que supuestamente desistía de permanecer en la posición, que aprovechó para dejar en la calle a un “rebelde” secretario general.
Ahora Medina vuelve al mismo juego. Hizo aprobar en el Comité Político que se defina el candidato en el primer trimestre del 2026, lo que ha provocado el rechazo de varios aspirantes presidenciales peledeistas. “Que haya un proceso de consenso con un solo aspirante en coordinación entre el partido y la sociedad, de modo que ese aspirante de consenso pueda ser seleccionado como candidato en 2027”, según la explicación de Johnny Pujols, joven secretario general de reciente estreno.
En el fondo, es regresar al ruido electoral y al aplazamiento de procesos internos inconclusos. La manera de Medina mantenerse vigente, aunque carezca de futuro político. Un verdadero atrabanco.
Quizás la controversia actual que definiría el futuro del otrora poderoso partido-Estado, haga que conservadores y temerosos (algunos cómplices del desastre) dirigentes saquen las fuerzas suficientes para frenar a Medina, que parece repetir el comportamiento de desaparecidos caudillos que los partidos han de morir con ellos.
Es un ahora o nunca en la vida del Partido de la Liberación Dominicana, que es importante repetirlo, cayó del 62% al 10% en 8 años en las manos de Medina y se quedó sin senadores y sin asientos en el importante Consejo Nacional de la Magistratura, lo que implica que estará ausente en la elección de los jueces del Tribunal Constitucional, Suprema Corte de Justicia y Tribunal Superior Electoral. Además, sin votos para incidir en la escogencia de los miembros Junta Central Electoral, Cámara de Cuentas y Defensor del Pueblo.
Y la llave de renuncias abierta…