Actualizado a 10/03/2025 00:00
En mi juventud estuve vinculado estrechamente al Movimiento Popular Dominicano (MPD). Al contraer matrimonio en 1970 y graduarme en la universidad en 1971, me alejé de la política y me fui a Chile en 1972, becado por la OEA, para realizar un post grado. En septiembre del 1973 caí preso cuando derrocaron al presidente Allende. Tortura e interrogatorios porque estaba fichado como comunista. Me deportaron tres meses después.
En 1977, con 32 años, fui designado subsecretario de Agricultura y mi época en la izquierda dominicana era solo un recuerdo. Sin embargo, dirigentes empresariales fueron donde el presidente Balaguer y le dijeron que cómo era posible que un comunista fuera nombrado en un cargo tan importante. Balaguer no me despidió.
En 1979, siendo de nuevo subsecretario de Agricultura cuando Antonio Guzmán era presidente e Hipólito Mejía secretario de Agricultura, pasó lo mismo con el tema del comunismo y se emitió un decreto cancelándome a mí y a Martínez Richiez, por la misma razón. Un año después me fui a Estados Unidos para realizar una maestría y terminé acercándome a lo que los economistas llaman “neoliberal”
Estoy orgulloso de esa etapa en el MPD, desde donde, arma en mano, luché por la democracia de este país en la revolución de abril del 1965.
Con los países pasa lo mismo. A República Dominicana le pusieron un sello de corrupción en la frente. Los informes de Transparencia Internacional y el Índice de Competitividad Mundial nos colocaron por años entre los países más corruptos del mundo.
No es casualidad que el opositor Partido Popular de España difundiera recientemente un video señalando a República Dominicana como la ISLA DE LAS CORRUPCIONES, donde se pasean libremente cuestionados funcionarios del gobierno español.
Aunque el presidente Pedro Sánchez pidió disculpas al país y también lo hizo el Partido Popular, no ha valido que la lucha contra la corrupción durante los últimos 4 años nos borre de la frente ese sello maldito.
Pedro Sánchez reconoció los avances logrados por el gobierno dominicano para erradicar la corrupción. Y los índices que miden el grado de corrupción en 180 países del mundo también muestran una mejora de 8 puntos y 33 posiciones desde 2020, reflejando el impacto positivo en la lucha contra ese flagelo.
Sin embargo, borrar ese sello de la frente de República Dominicana requerirá muchos años, como cuesta borrar el sello de comunista. Pero vamos por buen camino para lograrlo, como lo reconocen muchos organismos internacionales.