Norma Rivera
El Universal Miércoles 24 de octubre de 2012
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SAO PAULO, Brasil.- Lo único que logró opacar a los autos del salón del
automóvil de Sao Paulo fueron sus esculturales mujeres. No sólo por sus
bellos cuerpos, rostros angelicales o atuendos que portaban acordes con
las marcas a las que representaban, sino por el bullicio y jolgorio que
generaban a su alrededor con periodistas que se peleaban la exclusiva
para captar un giño sensual o un movimiento provocador que sedujera la
televisión o las lentes de las cámaras.
La clave fue su calidez, su entusiasmo y las sonrisas que las modelos regalaban por miles a cada visitante.
Las curvas del Beetle, la elegancia del Ferrari América o el
Mercedes-Benz SL parecían estar celosas de los esculturales cuerpos de
las brasileñas rubias de nos menos de 1.80 metros de altura, en su
mayoría con ojos azules.
Los cuerpos exuberantes obligaban a los visitantes a dirigir sus miradas como imanes.
Las más mulatas frondosas de Nissan y Volkswagen fueron las reinas de la
celebració. Con sus atuendos de latex y telas de nylon ceñidos al
cuerpo dejaron sin habla a los más de 5 mil periodistas reunidos en el
Centro de Exposiciones de Parque Anhembí en Sao Paulo, Brasil.
Cada conferencia de prensa es una un carnaval: Las batucadas y el sonido
de los tambores hacían que los cuerpos reaccionaran de manera autónoma,
los pies se movían, la cadera se dejaba llevar por movimientos oscilatorios involuntarios.
La alegría se podría respirar hasta por los ojos.
Las cortas faldas de las edecanes dejaban ver los grandes piernas
musculosas, las dentaduras blancas marfil que relucían con los destellos
de los flash de las cámaras en cada presentación de un modelos más de
30 exuberantes mujeres flanqueaban cada salida esquina del stand
acorralando a cada invitado hasta faltarle el aire para respirar.
Los mismo suspiraban chinos, que rusos y hasta uno que
otro estadounidense que no se esperaban encontrar en un evento
automotriz como éste.
Pero igual cada uno se la pasaba de maravilla, aunque no entendieran muy
bien la forma de celebrar latinoamericana. Pero de igual manera
disfrutaban de las mujeres que bailaban al ritmo de los tambores y al
calor de las bebidas tradicionales brasileñas caipiriña y guaraná que en
todo momento ponía a la adrenalina al límite.
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