Su interés en el béisbol lo lleva a conformar su propio equipo en la categoría juvenil, al cual le llamaban “Las Estrellas de la Gastón”; haciendo referencia a la calle Gastón F. Deligne, donde vivían casi todos los jugadores del equipo. Es así como Janeiro, además de jugar segunda base, también se iniciaba como promotor y dirigente deportivo. Por diligencias realizadas por él y sus compañeros, consiguieron en calidad de préstamo, un terreno situado detrás de su vivienda; propiedad de una familia de Polo. Allí, prepararon un play donde desarrollaban sus prácticas, competencias y torneos. Esa novena de Janeiro, se enfrentó a casi todos los pueblos de la comarca, como fueron, Cachón, El Peñón, Palo Alto, Polo, La Lista, Las Salinas y muchos otros.
En esa novena, además de Janeiro jugaron, Rolando Olivero (Obo), Chine, Dickson, Raymundo Ortiz (bobolo), Tomás Sánchez (La Bujía), Atilano, Raimer, Pascualito, Ramoncito, Miguelín Coneja, Dolores, Manén y muchos otros. Las Estrellas de la Gastón, batieron la liga local por un buen rato y se mantuvieron activas por varios años de la década de los 80s. Durante ese periodo, Janeiro también tenía la responsabilidad de atender los conucos de sus padres. Lidiando, en esa faena, con el burro llamado Malboro. Esas funciones le impedían dedicarse por completo al deporte, que era su mayor aspiración, por ello decidió irse a vivir a la capital.
Allá se enroló con un equipo de béisbol en Los Minas y con esa novena se enfrentó, en torneos y competencias distritales, con muchos equipos de la urbe capitalina. Jugaban en los estadios de la Normal y del Centro Olímpico. En 1988, su equipo logró ser “Campeón Distrital” y en ese triunfo, Janeiro aportó mucho, desempeñándose en la intermedia. Su dirigente, le apodó “el abejón”, pues tenía una extraordinaria velocidad para atrapar batazos y para embasarse. Con esas cualidades, fue observado por la súper estrella Neftalí Cruz, quien era escucha para los Piratas de Pittsburg. Ese mismo 1988, Janeiro con 17 años de edad, es firmado como novato para la Gulf Coast League de los Piratas de Pittsburg, permaneciendo allí por 3 años.
Luego pasa a la Liga Independiente, con los Yonkers, estando allí otro año. Durante las temporadas que jugó, tanto en la Gulf Coast League de novatos como en la Liga Independiente con los Yonkers, participó en un total de 147 juegos, donde agotó 329 turnos al bate; su promedio general fue de 279. Conectó 39 hits, 11 dobles, 2 triples, 2 jonrones, impulsó 25 carreras, anotó 43 carreras y se robó 5 bases. En forma separada, con los Yonkers, participó en 31 juegos; bateando 227, donde además de ser intermedista, también realizó la labor de lanzador y obtuvo una victoria sin derrota; ponchando 10 bateadores, otorgando 9 bases por bolas, con una efectividad de 2.53; en un total de 21 entradas y un tercio, lanzadas.
Luego, juega en la temporada corta de Welland en 1990, jugando en la categoría menor y participando en 48 juegos. Posteriormente, juega con un equipo local llamado Tarrytown Pirates. Para el 1995, Janeiro termina su labor como pelotero; pero luego se desempeña como entrenador en béisbol juvenil; función en la cual, se conocen muchas anécdotas contadas por los jugadores infantiles, a los cuales dirigía. Se comenta que era muy buen entrenador, pero que cuando se cometían errores se molestaba y cogía mal genio. También, si no se hacían bien las labores asignadas, castigaba a los responsables poniéndolos a correr, dando vueltas por el terreno de juego.
Su vida, en sus últimos años en EE.UU., fue extremadamente laboriosa, sin descanso. Por las mañanas era Entrenador de Béisbol Infantil, si eso no era posible, entonces hacía de Repartidor de Pizzas. En las tardes, era corredor de velocidad, ejercitándose y manteniéndose en forma, o en su gimnasio personal con jóvenes, realizando actividades deportivas y ejercicios varios. Por las noches, se dedicaba a ser Disc-jockey (DJ), reproduciendo música en clubes y discotecas para el público. Para ese periodo, aquí en República Dominicana en las temporadas de invierno, llegó a jugar para Las Águilas Cibaeñas y para los Caimanes del Sur, desempeñándose como segunda base y short stop. El 7 de abril del 2001, allá en EE.UU., Janeiro murió trágicamente, con apenas 31 años de edad.
¡¡JANEIRO FÉLIZ, ESTELAR DEPORTISTA Y MEJOR ENTRENADOR. HONOR!!