miércoles, 27 de marzo de 2024

MELTON PINEDA: Mi salida definitiva de Barahona

Melton Pineda Féliz
En 1970, en una reunión clandestina en Barahona, en la casa de Freddy Galarza, Aroldo Pupo Medrano y creo que El Mellizo, todos dirigentes del grupo de izquierda Línea Roja del 1J4, decidimos que tanto Gabriel Reyes, el periodista clandestino de Noti-Tiempo, de Radio Comercial en Barahona, así como Melton Pineda, periodista del Listín Diario, debido al asedio y los niveles de represión de la Policía, debíamos salir de manera inmediata y definitivamente de Barahona. Permanecer en la ciudad era insostenible y nuestras vidas corrían un alto riesgo.

Gabriel Reyes tuvo un altercado con el sargento de la Policía Nacional Siguellen, en la calle Sánchez Ancha, esquina Trinitaria, en Barahona, quien lo detuvo e intentó llevarlo preso al cuartel.

Gabriel, astutamente, logró enfrentarlo, tumbarlo y tirarle el motor encima, correr y escapar.

Luego de la reunión clandestina, Gabriel Reyes y yo aceptamos abandonar la ciudad de Barahona e irnos del país por la vía del asilo en la embajada de México en la capital.

El 20 de octubre de 1970, a las 5:00, a.m. Gabriel Reyes salió con el chofer Blanquito, en un carro de la Línea Estrella Blanca, hacia la capital, huyendo de la represión del gobierno de Joaquín Balaguer, que se había recrudecido en contra de nosotros en Barahona.

Acordamos que el chofer de la línea Estrella Blanca, El Blanquito, amigos nuestros de Unión Nacional de Choferes Sindicalizados Independientes (UNACHOSIN), buscaría primero a Gabriel y luego me recogería en la casa de mis padres, en la calle Anacaona esquina Francisco Vásquez.

Gabriel emprendió el viaje a la capital solo y no me recogió como acordamos, porque el vehículo estaba lleno y ya yo no cabía.

Gabriel me dijo luego, que cuando abordó el carro a esa hora de la madrugada, Blanquito le informó que estaba lleno, y no cabían más pasajeros, por lo que no podían pasar a recogerme y decidió dejarme, y hacer ruta a la capital con una gorra hasta las orejas. 

Gabriel cuenta que, por la oscuridad de la hora, cuando abordó el carro, estaba en incertidumbre, porque no sabía a quién tenía a su lado, pero que por el fino perfume, percibió que era una dama de la clase alta de Barahona.

“Vivimos momentos de tensión cuando llegábamos al chequeo policíaco militar de La Virgen, a la salida de Barahona, donde los ocupantes del carro debíamos salir y presentar identificaciones, y yo con mi cédula alterada, que me ha acompañado tanto tiempo “, narra  Gabriel.

“Llegamos al chequeo y nos hacen señas de orillarse, o pararse a la derecha para el registro del automóvil e identificar a sus ocupantes.

“Un policía nos advierte que debemos bajar del carro, que estaba repleto en el asiento de atrás. Me toca bajar de primero, me sigue la dama de fino perfume, y su acompañante, nada más y nada menos que Guillermina Suero y su esposo, el doctor Ramón Muñoz. Al verlos, el agente actuó como rayo, y dijo: no, no, no se desmonten y perdone  chofer, sigan su camino”, les dijo el agente.

“El agente de la policía inmediatamente reconoció a los señores, la hija del jefe político reformista de Barahona Rafael Augusto Suero (Negro Suero) y al doctor Muñoz, quien fungía como Ministerio Público”.

Antes de yo llegara a la capital, Gabriel cambió de planes y quería asilarse en la embajada de Chile, según me dijo casi 45 años después.

Al llegar a la capital, el colega visitó al director de Noti-Tiempo, noticiario que se transmitía por Radio Comercial. Y fue acogido por el licenciado Juan Bolívar Díaz, y Bonaparte Gautreaux Piñeyro, quienes lo condujeron al hotel El Embajador, donde habían unas oficinas de la misión chilena, a cargo de un exmilitar.

Luego, decidieron no dejar a Gabriel en ese lugar y llevarlo directamente a la embajada de México, en la calle Club Scout de Naco, como habíamos planeado en principio en Barahona. 

Yo, al no ser buscado en la madrugada de ese día, llegué tarde a la capital, a eso de las 19:00 a.m. y no pude asilarme junto a Gabriel Reyes.

Visité a Radio Comercial, al amigo periodista Bonaparte Gautreaux Piñeyro y le informé lo que habíamos acordado Gabriel Reyes y yo, y que él salió más temprano de Barahona y ya este estaba asilado.

Piñeiro nos aconsejó lo difícil que es un exilio y que las dificultades eran terribles, que no lo hiciera, y lo escuchara, porque él me quería mucho, por barahonero.

Aunque lo escuché muy atentamente, no le hice mucho caso y me dirigí al Listín Diario, de donde era corresponsal en Barahona, y traté de entrevistarme con el director Rafael Herrera. 

El portero, don Arturo Silva, como me conocía, inmediatamente enteró a Don Rafael, a quien le planteé mis propósitos de asilarme en la embajada de México.

Rafael Herrera me aconsejó muchísimo y me prometió que pagarían el sostenimiento de los estudios en la UASD, la pensión y nuestra manutención en la capital y que nos buscaría un trabajo en la secretaria de Educación, con su titular, el doctor Víctor Gómez Bergés.

En medio de esas consultas, tanto con Gautreaux Piñeyro como con Rafael Herrera, esa misma mañana se asiló en la embajada de México César Marino Reyes, El Cerdo, una persona altamente cuestionable y que complicaba la vigilancia en torno a esa misión extranjera, lo que impidió  nuestro acceso  al lugar, para no dejar que Gabriel Reyes se fuese solo a México.

Visité nuevamente a Gautreaux Piñeiro y me dijo: tú ves, esa persona es un delincuente y posiblemente lo saquen de allí, no te meta en eso.

Decidí quedarme en el país, y mudarme en una pensión en la a venida Mella 120, donde luego fui allanado por patrullas mixtas de la Policía y del Ejército. 

Visité a Don Rafael Herrera, recibí un respaldo de la mayoría de los periodistas de Listín Diario, desde su actual director, Miguel Franjul, el Jefe de Redacción doctor Milcíades Hubiera. Nos abrieron una cuenta en la cafetería, en la  tercera planta del edificio del Listín Diario, que en esa época estaba en la calle 19 de Marzo esquina Luperón de la Ciudad Colonial.

También recibimos el respaldo del subdirector señor Francisco Comarazamy, de Marino Mendoza, Guillermo Gómez, José Romero, Pedro René Confín Aybar, Octavio Mata Vargas, Alejandro Paniagua, Neftalí  Martínez, Julián Cabrera, Guillermo Perallón, Fabio Almonte Rubiera y Francisco Álvarez Castellanos.

También no puedo dejar de mencionar los reporteros gráficos Napoleón Lereaux, Napoleón Alburquerque, Orlando Figueroa y Rodolfo Valenzuela.